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Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
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Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
Por raro que sucediera estaba mas que furioso; un comentario circulaba en los pasillos del Ministerio y me tenia al borde. Por primera vez en mucho tiempo estaba siendo el rumor de todos y no era por mi culpa. Si no por Astoria; lo malo era que aun no podía largarme de ese lugar puesto que esperaba una carta, la cual tenia mas de 3 horas de retraso. Al fin la lechuza que esperaba llego y todo estuvo solventado; la respuesta en torno a la próxima reunión Mortifaga en dos días; al menos la respuesta era afirmativa y podía estar mas tranquilo con ese asunto.
Vi mi reloj y aun era temprano para salir; pero ya estaba harto de los rumores y debía marcharme ya a casa. Tome mi abrigo y me lo coloque; tomando rumbo directo a la mansión propiedad de mi familia por tantos años. La reliquia familiar de la cual varias veces había contemplado mudarme, pues estaba harto de las estupideces de mi mujer, una como la de hoy era imperdonable; solo a ella se le ocurrían ese tipo de desavenencias tan tontas ridículas.
El camino por los pasillos, fue estresante sobre todos por las palabras y los murmullos de los insignificantes trabajadores del Ministerio. como Astoria no se daba cuenta de que estábamos en la boca de todos y no nos podíamos permitir andar por la vida haciendo lo que se nos viniera en gana; bueno no el callejón Diagon y menos con una Weasley como compañía.
Al poco rato estaba en caso, no quise siquiera aparecer por el Callejón Diagon y menos aun por el Caldero Chorreante. Del echo que lo ocurrido me molestara a que yo fuera a buscar a Astoria eran dos cosas sumamente lejanas. No me rebajaría a ese nivel ni por Astoria ni por nadie; el divorcio no lo contemplaría y menos después de hijos y años de por medio, pero de algo si ella podría estar segura era de que me escucharía muy seriamente.
Llegue a casa con el animo de Dragón de 100 cabezas. Coloque mi saco y abrigo en el perchero y subí las escaleras a mi habitación; en donde debería estar mi esposa esperándome después del trabajo como normalmente lo hacia y donde de seguro la encontraría tratando de esconder los efectos de licor. Para mi sorpresa ella no estaba. -Que maravilla. - musite y volvi a bajar a ver si la encontraba en el estudio o en algun lugar de la mansión; pero no me encontre ni el rastro de la susodicha; cuado de seguro aun estaria haciendo de las suyas en quien sabe donde.
Vi mi reloj y aun era temprano para salir; pero ya estaba harto de los rumores y debía marcharme ya a casa. Tome mi abrigo y me lo coloque; tomando rumbo directo a la mansión propiedad de mi familia por tantos años. La reliquia familiar de la cual varias veces había contemplado mudarme, pues estaba harto de las estupideces de mi mujer, una como la de hoy era imperdonable; solo a ella se le ocurrían ese tipo de desavenencias tan tontas ridículas.
El camino por los pasillos, fue estresante sobre todos por las palabras y los murmullos de los insignificantes trabajadores del Ministerio. como Astoria no se daba cuenta de que estábamos en la boca de todos y no nos podíamos permitir andar por la vida haciendo lo que se nos viniera en gana; bueno no el callejón Diagon y menos con una Weasley como compañía.
Al poco rato estaba en caso, no quise siquiera aparecer por el Callejón Diagon y menos aun por el Caldero Chorreante. Del echo que lo ocurrido me molestara a que yo fuera a buscar a Astoria eran dos cosas sumamente lejanas. No me rebajaría a ese nivel ni por Astoria ni por nadie; el divorcio no lo contemplaría y menos después de hijos y años de por medio, pero de algo si ella podría estar segura era de que me escucharía muy seriamente.
Llegue a casa con el animo de Dragón de 100 cabezas. Coloque mi saco y abrigo en el perchero y subí las escaleras a mi habitación; en donde debería estar mi esposa esperándome después del trabajo como normalmente lo hacia y donde de seguro la encontraría tratando de esconder los efectos de licor. Para mi sorpresa ella no estaba. -Que maravilla. - musite y volvi a bajar a ver si la encontraba en el estudio o en algun lugar de la mansión; pero no me encontre ni el rastro de la susodicha; cuado de seguro aun estaria haciendo de las suyas en quien sabe donde.
Draco Malfoy- Mortifagos
- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 01/03/2012
Localización : Londrés Mágica, Whiltshire
Re: Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
Estaba nerviosa y muy molesta conmigo misma. Maldecía a cada paso que daba la imprudencia de haber entrado al maldito Caldero Choreante y haberle dirigido la palabra a Weasley. Había sido una tontería de mi parte pero estaba aburrida y al final de cuentas no había hecho nada malo, pero como era de esperarse la gente de ese lugar solo sabía cotillear sobre la gente de la alta sociedad, dicha sociedad en la que me encontraba; más posibilidades hubiese tenido de encontrarme con un Snorkack de cuernos arrugados en el callejón Diagon que evitar que hablasen de mí, ahora recordaba porque había dejado de salir con mis amigas y conocidas. Una cosa era llevar el apellido Greengrass, otra muy diferente llevar el apellido Malfoy.
A estas alturas debería de haberlo previsto con anterioridad, pero el aburrimiento me había ganado. Sabía que no podía culpar a Draco, pues el solo cumplía con sus deberes, no siempre podía estar en la casa conmigo, pero estar sola tanto tiempo me ponía algo ansiosa e impaciente, y ponerme a dibujar o a bailar no siempre servía para calmar mi inquietud. Me sentía tan tonta y ridícula, sobre todo cuando las miradas de la gente se posaban sobre mí. ¿En que demonios había estado pensando?
Apresuré el paso y al llegar a una calle solitario, desaparecí con un sordo «¡crac!» para reaparecer en las afueras de Malfoy Manor. Me paré frente a la reja de hierro y aunque sabía que no se me negaría la entrada, cierto miedo me invadía, pues sería estúpido pensar que Draco ignoraba lo que había ocurrido y la verdad no quería discutir con él. Lo último que se me antojaba era eso, de hecho, después de todo lo que había ocurrido, se me antojaba un rico baño de burbujas y un postre de chocolate, pero esa idea se veía demasiado lejana con cada segundo que pasaba.
Entré a los terrenos de la mansión y recorrí la entrada con lentitud, observando con ternura los pavoreales alvinos que se paseaban por el lugar. Cuando era pequeña no entendía porque los Malfoy tenían llenos el lugar así, pero con forme fui creciendo les tomé mucho cariño a las aves, de hecho mi patronus se volvió uno de ellos, pues el recuerdo más poderoso que tenía era el ridículo beso en la mejilla que me había dado Draco, por mera correncia, cuando tenía diez. Los pavos eran hermosos y únicos, un gusto que se daba mi suegra y ahora me lo daba yo.
Me detuve en frente a la puerta, no tenía que tocar, solo tenía que abrir y ya; sonreí para mi misma, convenciéndome de que no ocurría nada. Quizás Draco no me decía nada, finalmente mi marido tenía cosas más importantes de que preocuparse que de chismes de viejas brujas cotilleras; así poniendo mi mejor cara y rogando a todas las deidades conocidas, entré a mi casa.
Eché una fugaz mirada y vi que en el perchero ya estaba el abrigo de mi esposo, era obvio que ya estaba en casa. Maldije mentalmente, pues esperaba poder llegar antes que él y actuar como si nada, si era necesario argumentaría que esa no era yo, pero al parecer esa plan ya se había ido al demonio. Sin embargo, no podía quedarme ahí congelada, yo no era así. Caminé directo al estudio de Draco, pues era el lugar más obvio en el que él debía de estar; dudaba que estuviese en la habitación esperando a que yo apareciera.
Haciendo de tripas corazón y consciente de lo que iba a pasar, toqué a la puerta del estudio y no escuché contestación, pero de igual forma entré, estuviese o no estuviese ahí. Claro que para mi fortuna o desgracias, él estaba ahí, con su porte serio y sus fríos ojos grises clavaos en unos papeles. Mordí mi labio inferior y entré, cerrando la puerta detrás de mí.
—Buenas, mi amor —saludé con una tierna sonrisa en el rostro, acercándome a él para besarle, sin embargo me detuve al ver su gesto de pocos amigos. Aquello no iba a terminar bien y lo peor del caso, era que en esta ocasión si era mi culpa.
A estas alturas debería de haberlo previsto con anterioridad, pero el aburrimiento me había ganado. Sabía que no podía culpar a Draco, pues el solo cumplía con sus deberes, no siempre podía estar en la casa conmigo, pero estar sola tanto tiempo me ponía algo ansiosa e impaciente, y ponerme a dibujar o a bailar no siempre servía para calmar mi inquietud. Me sentía tan tonta y ridícula, sobre todo cuando las miradas de la gente se posaban sobre mí. ¿En que demonios había estado pensando?
Apresuré el paso y al llegar a una calle solitario, desaparecí con un sordo «¡crac!» para reaparecer en las afueras de Malfoy Manor. Me paré frente a la reja de hierro y aunque sabía que no se me negaría la entrada, cierto miedo me invadía, pues sería estúpido pensar que Draco ignoraba lo que había ocurrido y la verdad no quería discutir con él. Lo último que se me antojaba era eso, de hecho, después de todo lo que había ocurrido, se me antojaba un rico baño de burbujas y un postre de chocolate, pero esa idea se veía demasiado lejana con cada segundo que pasaba.
Entré a los terrenos de la mansión y recorrí la entrada con lentitud, observando con ternura los pavoreales alvinos que se paseaban por el lugar. Cuando era pequeña no entendía porque los Malfoy tenían llenos el lugar así, pero con forme fui creciendo les tomé mucho cariño a las aves, de hecho mi patronus se volvió uno de ellos, pues el recuerdo más poderoso que tenía era el ridículo beso en la mejilla que me había dado Draco, por mera correncia, cuando tenía diez. Los pavos eran hermosos y únicos, un gusto que se daba mi suegra y ahora me lo daba yo.
Me detuve en frente a la puerta, no tenía que tocar, solo tenía que abrir y ya; sonreí para mi misma, convenciéndome de que no ocurría nada. Quizás Draco no me decía nada, finalmente mi marido tenía cosas más importantes de que preocuparse que de chismes de viejas brujas cotilleras; así poniendo mi mejor cara y rogando a todas las deidades conocidas, entré a mi casa.
Eché una fugaz mirada y vi que en el perchero ya estaba el abrigo de mi esposo, era obvio que ya estaba en casa. Maldije mentalmente, pues esperaba poder llegar antes que él y actuar como si nada, si era necesario argumentaría que esa no era yo, pero al parecer esa plan ya se había ido al demonio. Sin embargo, no podía quedarme ahí congelada, yo no era así. Caminé directo al estudio de Draco, pues era el lugar más obvio en el que él debía de estar; dudaba que estuviese en la habitación esperando a que yo apareciera.
Haciendo de tripas corazón y consciente de lo que iba a pasar, toqué a la puerta del estudio y no escuché contestación, pero de igual forma entré, estuviese o no estuviese ahí. Claro que para mi fortuna o desgracias, él estaba ahí, con su porte serio y sus fríos ojos grises clavaos en unos papeles. Mordí mi labio inferior y entré, cerrando la puerta detrás de mí.
—Buenas, mi amor —saludé con una tierna sonrisa en el rostro, acercándome a él para besarle, sin embargo me detuve al ver su gesto de pocos amigos. Aquello no iba a terminar bien y lo peor del caso, era que en esta ocasión si era mi culpa.
Astoria Malfoy G.- Magos
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Localización : Malfoy Manor
Re: Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
Al bajar me encontre con uno de los Elfos domesticos quienes como de costumbre se alegaban ante mi paso para no terminar ganandose un insulto; como tantas veces les había hecho de las formas menos amigables posibles. Para mi ellos solo eran los criados y bajo ese rol tenian que estar; que alguien les protegiera o algo por el estilo no me importaba en lo mas minimo, eso no cambiaria mi manera de ser y menos de tratarles.
Antes de que terminara de bajar le alcance su paso débil y lento, algo que detestaba pero no podía exigir mas de el debido a que era uno de lo mas viejos elfos en la mansión. -Desde que hora salio la señora. -pregunte serio y amenazante. -La señora Malfoy salio a las 2 de la tarde señor.- me contesto el cabizbajo. -Te puedes retirar. -reproche lo cual el cumplió inmediatamente. Ellos tenían como orden mantener el respeto en el trato hacia todos y cada uno de los miembros de la familia y el que así no lo hiciere terminaba llevándose un buen castigo.
Ya eran poco mas de las 7, eso me molesto aun mas, donde demos estaba metida Astoria a estas y sola, porque no creo que me saliera después con el estuve con una amiga y nos tomamos unos tragos. Aunque algo si tenia yo en ese instante, estaba aparte de molesto preocupado por lo que la Weasley se atreviera a decirle o contarle a Astoria; ella sabia algo que echaría nuestros matrimonios por la borda y que solo ella conocía, pero como de costumbre yo no confiaba en nadie y mucho menos en una Weasley.
Termine definitivamente bajando al estudio; ya sabia que no la encontraría en aquel lugar. Es mas ya no malgastaría mis energías en algo si importancia, ella llegaría algún y tarde o temprano hablaríamos de lo ocurrido. Yo a pesar de todo nunca le había puesto una mano encima para lastimarle, es mas nunca se me había pasado eso por la mente; pero de tener discusiones acaloradas si, al menos con ella no era necesario usar la magia para darle a atender que lo que hubiera echo me molestaba mas que ninguna otra cosa. En este instante ella debe estar pensando todas las mentiras del mundo, para justificarse; pero la gente en Landres Mágica o mejor dicho la gente chistosa de este lugar no pondría a riesgo su vida hablando mal de alguien sin sentido y sin motivo y mas si esa persona era Astoria Malfoy; la esposa de Draco Malfoy.
Tome mi maletín y saque los papeles del trabajo que tenia que haber tenido para el día de hoy; mas con eso de que ya teníamos Ministro nuevo y pronto seria presentado por la Comisión Mágica; en un par de días a mas tardar sabría de quien se trabajo y pondría parte de mis planes en marcha claro contando con la colaboración de Pansy en este caso. Todo estaba listo para la próxima reunión la cual seria ya en poco menos de dos semanas, lo cual me tenia un tanto ansioso en cuanto a los resultados; ya al menos había movido las piezas en mi juego y había puesto a andar mi plan.
De pronto un fuerte ruido en la entrada me alerto de que alguien había llegado; lo mas probable que Astoria, ya ella sabría que yo había llegado, mis prendas en el perchero delatarían que ya había llegado a casa. No me importo en lo mas mínimo que así fuere, que estuviere bajo alerta o no, no cambiaba para nada las cosas; ella sabia lo que había hecho y mas le valía no andarse con rodeos innecesarios.
La puerta del estudio se abrió tras unos apacibles toques, para luego darme una imagen completa de la que era mi esposa desde hace poco mas de 20 años, la madre de mis hijos y la dama de sociedad con la cual estaba molesto en ese instante. Levante la mirada sin soltar los papeles ni inmutarme un solo instante por su presencia. A pesar de que se veía muy hermosa, no pensaba darle crédito a su desfachatez y actos sin medida y razonamiento. Al menos no se le había ocurrido salir mal vestida, claro a pesar de todo y su madurez seguía siendo una mujer muy hermosa y que aprovechaba al máximo sus atributos de manera muy refinada y elegante.
Se acerco donde se encontraba y me saludo como de costumbre, su aliento transmitía el olor de muchos tragos de alcohol. -Buenas noches señora Malfoy. -sabia que le molestaba mas que ninguna otra cosa que yo le dijera así; evite su beso para decir. -Creo que eso es lo menos que quiero en este momento; ¿se puede de donde viene y porque llega a estas horas?. -dije con tono tranquilo pero profundo.
Antes de que terminara de bajar le alcance su paso débil y lento, algo que detestaba pero no podía exigir mas de el debido a que era uno de lo mas viejos elfos en la mansión. -Desde que hora salio la señora. -pregunte serio y amenazante. -La señora Malfoy salio a las 2 de la tarde señor.- me contesto el cabizbajo. -Te puedes retirar. -reproche lo cual el cumplió inmediatamente. Ellos tenían como orden mantener el respeto en el trato hacia todos y cada uno de los miembros de la familia y el que así no lo hiciere terminaba llevándose un buen castigo.
Ya eran poco mas de las 7, eso me molesto aun mas, donde demos estaba metida Astoria a estas y sola, porque no creo que me saliera después con el estuve con una amiga y nos tomamos unos tragos. Aunque algo si tenia yo en ese instante, estaba aparte de molesto preocupado por lo que la Weasley se atreviera a decirle o contarle a Astoria; ella sabia algo que echaría nuestros matrimonios por la borda y que solo ella conocía, pero como de costumbre yo no confiaba en nadie y mucho menos en una Weasley.
Termine definitivamente bajando al estudio; ya sabia que no la encontraría en aquel lugar. Es mas ya no malgastaría mis energías en algo si importancia, ella llegaría algún y tarde o temprano hablaríamos de lo ocurrido. Yo a pesar de todo nunca le había puesto una mano encima para lastimarle, es mas nunca se me había pasado eso por la mente; pero de tener discusiones acaloradas si, al menos con ella no era necesario usar la magia para darle a atender que lo que hubiera echo me molestaba mas que ninguna otra cosa. En este instante ella debe estar pensando todas las mentiras del mundo, para justificarse; pero la gente en Landres Mágica o mejor dicho la gente chistosa de este lugar no pondría a riesgo su vida hablando mal de alguien sin sentido y sin motivo y mas si esa persona era Astoria Malfoy; la esposa de Draco Malfoy.
Tome mi maletín y saque los papeles del trabajo que tenia que haber tenido para el día de hoy; mas con eso de que ya teníamos Ministro nuevo y pronto seria presentado por la Comisión Mágica; en un par de días a mas tardar sabría de quien se trabajo y pondría parte de mis planes en marcha claro contando con la colaboración de Pansy en este caso. Todo estaba listo para la próxima reunión la cual seria ya en poco menos de dos semanas, lo cual me tenia un tanto ansioso en cuanto a los resultados; ya al menos había movido las piezas en mi juego y había puesto a andar mi plan.
De pronto un fuerte ruido en la entrada me alerto de que alguien había llegado; lo mas probable que Astoria, ya ella sabría que yo había llegado, mis prendas en el perchero delatarían que ya había llegado a casa. No me importo en lo mas mínimo que así fuere, que estuviere bajo alerta o no, no cambiaba para nada las cosas; ella sabia lo que había hecho y mas le valía no andarse con rodeos innecesarios.
La puerta del estudio se abrió tras unos apacibles toques, para luego darme una imagen completa de la que era mi esposa desde hace poco mas de 20 años, la madre de mis hijos y la dama de sociedad con la cual estaba molesto en ese instante. Levante la mirada sin soltar los papeles ni inmutarme un solo instante por su presencia. A pesar de que se veía muy hermosa, no pensaba darle crédito a su desfachatez y actos sin medida y razonamiento. Al menos no se le había ocurrido salir mal vestida, claro a pesar de todo y su madurez seguía siendo una mujer muy hermosa y que aprovechaba al máximo sus atributos de manera muy refinada y elegante.
Se acerco donde se encontraba y me saludo como de costumbre, su aliento transmitía el olor de muchos tragos de alcohol. -Buenas noches señora Malfoy. -sabia que le molestaba mas que ninguna otra cosa que yo le dijera así; evite su beso para decir. -Creo que eso es lo menos que quiero en este momento; ¿se puede de donde viene y porque llega a estas horas?. -dije con tono tranquilo pero profundo.
Draco Malfoy- Mortifagos
- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 01/03/2012
Localización : Londrés Mágica, Whiltshire
Re: Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
Entré y apenas me dirigió la mirada, para luego saludarme de la forma más seca posible. ¿Señora Malfoy? Él sabía lo mucho que me molestaba que me tratara con esa indiferencia, una cosa era no tratarme con cariño, otra tratarme como si fuéramos dos desconocidos que se tratan de "usted", no cuando llevábamos más de veinte años compartiendo el lecho. Ni cuando yo era "Mini-Greengrass" me trataba de usted, ni yo a él, aquella forma de hablar solo era característica de que estaba molesto.
Obviamente Draco era más que consciente de lo que había ocurrido y negarlo sería un insulto y el inicio de alguna discusión y no quería discutir con él, menos aún con ese dolo de cabeza que me invadía. Suspiré y luego me arrepentí pues seguro mi aliento olía al Whisky que me había tomado, no estaba borracha, solo había tomado una copa, pero esa era más que razón suficiente para que el señor se molestara y no lo culpaba, yo aún seguían molesta con mi propia actitud. ¿En que estaba pensando?
—Buenas noches, Señor Malfoy —me corregí con algo de reproche, aunque no tenía derecho de reprochar nada, no después de mi comportamiento. Era ridículo tal vez, pero me sentía culpable y como una niña temerosa a la que iban a regañar por romper el florero caricimo de la sala principal. Sabía que él jamás me haría daño de forma física, el problema es que en muchas ocasiones sus palabras me dolían más de lo que me pudiera doler una maldición.
Lo miré con fijeza unos instantes, intentando escrudiñar más allá de su fría mirada y porte serio, pero no encontré ni una pizca de titubeo o punto débil que pudiera atacar a mi favor, solo me limité a encogerme de hombros y tomar asiento en el borde de su escritorio, aunque sabía que eso le molestaba la mayor parte del tiempo; las únicas veces en las que no le molestaba era cuando él mismo me subía y tiraba lo demás para hacer cosas indebidas; cosas que dudaba que en ese momento se le antojaran a él, por el contrario mis mejillas se tintaron ante la idea, creo que el alcohol al final de cuentas se se me había subido un poco.
Tomé aire, armándome de valor para contestar, no pretendía negar nada, aunque tampoco iba a entregarme en bandeja de plata, quien quitaba que con suerte solo me mandaba a dormir; por el contrario si me ponía a la defensiva las cosas terminarían muy acaloradas y no exactamente el calor de estar de estar haciendo el amor sobre el escritorio de caoba.
—Tuve unos pequeños contratiempos cuando salí a pasear, Malfoy —contesté con calma, mirando de reojo los papeles que él enseguida apartó de mi vista, era más que obvio que además de estar molesto por lo ocurrido, estaba molesto por la interrupción. Desde hace varias semanas atrás andaba extraño ocultado cosas; si bien no era la clase de hombre que se la pasara hablándome de sus asuntos jamás me había negado algo cuando se lo preguntaba o cuando curioseaba, cosa que estaba haciendo muy seguido junto con eso de desaparecer sin dar señales de donde y como estaba.
Arrugué la nariz momentáneamente, planteándome la idea de usar aquel argumento a mi favor, pero deseché la idea en seguida y suavicé mi expresión. Lo de sus desapariciones sería otro tema a tocar después, justo como aquel rumor que había llegado a mis odios cuando venía de regreso a la casa, por ahora, había que aclarar mi pequeño desacato; ya encontraría la forma de hacer que se le pasara el coraje a mi marido, siempre lo hacía y no dejaría que esta fuera la excepción, menos aún cuando el problema lo había iniciado yo. Aunque sentía que exageraba un poco, finalmente los chismes no durarían mucho, menos tratándose de Weasley y de mí.
Obviamente Draco era más que consciente de lo que había ocurrido y negarlo sería un insulto y el inicio de alguna discusión y no quería discutir con él, menos aún con ese dolo de cabeza que me invadía. Suspiré y luego me arrepentí pues seguro mi aliento olía al Whisky que me había tomado, no estaba borracha, solo había tomado una copa, pero esa era más que razón suficiente para que el señor se molestara y no lo culpaba, yo aún seguían molesta con mi propia actitud. ¿En que estaba pensando?
—Buenas noches, Señor Malfoy —me corregí con algo de reproche, aunque no tenía derecho de reprochar nada, no después de mi comportamiento. Era ridículo tal vez, pero me sentía culpable y como una niña temerosa a la que iban a regañar por romper el florero caricimo de la sala principal. Sabía que él jamás me haría daño de forma física, el problema es que en muchas ocasiones sus palabras me dolían más de lo que me pudiera doler una maldición.
Lo miré con fijeza unos instantes, intentando escrudiñar más allá de su fría mirada y porte serio, pero no encontré ni una pizca de titubeo o punto débil que pudiera atacar a mi favor, solo me limité a encogerme de hombros y tomar asiento en el borde de su escritorio, aunque sabía que eso le molestaba la mayor parte del tiempo; las únicas veces en las que no le molestaba era cuando él mismo me subía y tiraba lo demás para hacer cosas indebidas; cosas que dudaba que en ese momento se le antojaran a él, por el contrario mis mejillas se tintaron ante la idea, creo que el alcohol al final de cuentas se se me había subido un poco.
Tomé aire, armándome de valor para contestar, no pretendía negar nada, aunque tampoco iba a entregarme en bandeja de plata, quien quitaba que con suerte solo me mandaba a dormir; por el contrario si me ponía a la defensiva las cosas terminarían muy acaloradas y no exactamente el calor de estar de estar haciendo el amor sobre el escritorio de caoba.
—Tuve unos pequeños contratiempos cuando salí a pasear, Malfoy —contesté con calma, mirando de reojo los papeles que él enseguida apartó de mi vista, era más que obvio que además de estar molesto por lo ocurrido, estaba molesto por la interrupción. Desde hace varias semanas atrás andaba extraño ocultado cosas; si bien no era la clase de hombre que se la pasara hablándome de sus asuntos jamás me había negado algo cuando se lo preguntaba o cuando curioseaba, cosa que estaba haciendo muy seguido junto con eso de desaparecer sin dar señales de donde y como estaba.
Arrugué la nariz momentáneamente, planteándome la idea de usar aquel argumento a mi favor, pero deseché la idea en seguida y suavicé mi expresión. Lo de sus desapariciones sería otro tema a tocar después, justo como aquel rumor que había llegado a mis odios cuando venía de regreso a la casa, por ahora, había que aclarar mi pequeño desacato; ya encontraría la forma de hacer que se le pasara el coraje a mi marido, siempre lo hacía y no dejaría que esta fuera la excepción, menos aún cuando el problema lo había iniciado yo. Aunque sentía que exageraba un poco, finalmente los chismes no durarían mucho, menos tratándose de Weasley y de mí.
Astoria Malfoy G.- Magos
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Localización : Malfoy Manor
Re: Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
Ella estaba buscando mi enfado o quería desviarme del tema; fuere lo que fuera ella había que molestaba que en mi casa mi familia me llamara con el protocolo con el cual me llamaban los extraños; es que ni mis hijos se atrevían a eso a menos de no recibir como represalia que se quedaran sin la mesada del mes corriente. Como entonces podía pasarle por la cabeza a Astoria que me llamara de la manera mas patética admisible en este instante, siendo que la que venia con aliento a alcohol y tarde era ella.
La mire de reojo contemplando sus movimientos, al menos se había quitado de mi lado y no porque me molestara el olor a trago que tenia pero definitivamente el echo de ver a tu mujer tomada no era la mejor imagen que un hombre de sociedad y de mi clase viera todos los días. Pero allí la tenia en frente mio tratando de comportarse como una mujer normal con quien sabe cuantos tragos encima; y que eso no me importaba por mi ella se podía emborrachar si le daba la gana; pero no en el lugarcito tan miserable en el cual se había ido a meter y peor aun con la compañía que se había buscado para ello.
Al ver su interés en mis asuntos los retiro de su campo visual. Nunca me había gustado que ella se metiera en mis casos fuera por uno u otro motivo, ella solo era la dama de sociedad y mi esposa. Su papel empezaba en casa y terminaba en el mismo lugar, a eso se debía mi disgusto en cuanto a sus acciones del día de hoy. Levante un poco la mirada y la vi a los ojos. Sus ojos como siempre un suave verde que la hacia ver tan interesante con aquella mirada penetrante y profunda capaz de atravesar la mente de solo mirar fijamente.
Estaba tranquila pero pensativa, no me gustaba discutir con ella; era mi esposa y juntos habíamos hecho de la familia y el apellido Malfoy lo que era en la actualidad. Los años, los 20 años de matrimonio no habían sido en vano, teníamos la fortuna el prestigio y sobre cualquier otra cosa el respeto de toda la comunidad mágica. Entonces porque se afanaba en hacer lo contrario a lo que debía hacer; acaso era tan difícil ser mi esposa y vivir como tal, o era demasiado para ella ser la esposa de Draco Malfoy.
-Astoria por favor siéntate en la silla de enfrente.- dije con frialdad, ella me conocía sabia que me molestaba que se sentara en el escritorio y menos en los términos en los que estábamos en ese instante. Si podría pasar por déspota y malo, a la final mi familia no me juzgaba por ello, yo era así y nada me haría cambiar al menos no los últimos acontecimientos, los cuales ponían en riesgo absolutamente todo. Pero que en definitiva si se cumplían según mis planes darían mas que excelentes resultados.
-Eso no contesta mi pregunta, al menos no lo que específicamente te pregunta o así lo crees. -dije dejando de lado el documento que tenia en mano y tomando otro de sobre el escritorio. De pronto me fiche en la fecha de ese documento y me di cuenta que esta retrasado en la entrada del mismo ya que lo debía haber entrado el mismo día o al menos enviarlo a Hogwarts ya que era la autorización para la nueva Profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras de Hogwarts.
En la actualidad la mayor parte de las Cátedras que se impartían en Hogwarts debían llevar la autorización del Ministerio y en vista de que el nuevo Ministro.- quien yo obviamente aun no sabia quien era.- no ocupada su cargo y en el Colegio aun no se designaba Director. Debíamos hacerlo los jefes de los departamentos correspondientes. Sabia yo que aquello no duraría mucho y que en pocos días me quitarían ese compromiso.
Pensaba ir personalmente a llevar esa planilla y con ello constatar como estaban los asuntos que había dejado pendientes en el colegio. Pero ya era tarde a menos que dejara el asunto con Astoria para luego, pero eso tampoco estaba en mis planes, por lo cual tome mi pluma y la moje de tinta, firmando la nota con buena letra y colocando sobre la misma mi sello personal. Con solo un movimiento de mi varita vino mi lechuza, levante mi brazo y ella la tomo. -A Hogwarts. -pronuncie y ella salio por donde mismo había entrado directo al colegio.
Luego tome todo lo que tenia en el escritorio y lo empece a ordenar de nuevo; para ver que otra cosa tenia que ser atendida con prioridad; parecía que ya todo estaba en orden; al menos en cuanto a trabajo. Mire de reojo a Astoria la cual estaba sumida en sus pensamientos. -Si no quieres decir nada no importa, creo que ya se todo lo necesario. -dije y volví mi mirada a mis documentos.
La mire de reojo contemplando sus movimientos, al menos se había quitado de mi lado y no porque me molestara el olor a trago que tenia pero definitivamente el echo de ver a tu mujer tomada no era la mejor imagen que un hombre de sociedad y de mi clase viera todos los días. Pero allí la tenia en frente mio tratando de comportarse como una mujer normal con quien sabe cuantos tragos encima; y que eso no me importaba por mi ella se podía emborrachar si le daba la gana; pero no en el lugarcito tan miserable en el cual se había ido a meter y peor aun con la compañía que se había buscado para ello.
Al ver su interés en mis asuntos los retiro de su campo visual. Nunca me había gustado que ella se metiera en mis casos fuera por uno u otro motivo, ella solo era la dama de sociedad y mi esposa. Su papel empezaba en casa y terminaba en el mismo lugar, a eso se debía mi disgusto en cuanto a sus acciones del día de hoy. Levante un poco la mirada y la vi a los ojos. Sus ojos como siempre un suave verde que la hacia ver tan interesante con aquella mirada penetrante y profunda capaz de atravesar la mente de solo mirar fijamente.
Estaba tranquila pero pensativa, no me gustaba discutir con ella; era mi esposa y juntos habíamos hecho de la familia y el apellido Malfoy lo que era en la actualidad. Los años, los 20 años de matrimonio no habían sido en vano, teníamos la fortuna el prestigio y sobre cualquier otra cosa el respeto de toda la comunidad mágica. Entonces porque se afanaba en hacer lo contrario a lo que debía hacer; acaso era tan difícil ser mi esposa y vivir como tal, o era demasiado para ella ser la esposa de Draco Malfoy.
-Astoria por favor siéntate en la silla de enfrente.- dije con frialdad, ella me conocía sabia que me molestaba que se sentara en el escritorio y menos en los términos en los que estábamos en ese instante. Si podría pasar por déspota y malo, a la final mi familia no me juzgaba por ello, yo era así y nada me haría cambiar al menos no los últimos acontecimientos, los cuales ponían en riesgo absolutamente todo. Pero que en definitiva si se cumplían según mis planes darían mas que excelentes resultados.
-Eso no contesta mi pregunta, al menos no lo que específicamente te pregunta o así lo crees. -dije dejando de lado el documento que tenia en mano y tomando otro de sobre el escritorio. De pronto me fiche en la fecha de ese documento y me di cuenta que esta retrasado en la entrada del mismo ya que lo debía haber entrado el mismo día o al menos enviarlo a Hogwarts ya que era la autorización para la nueva Profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras de Hogwarts.
En la actualidad la mayor parte de las Cátedras que se impartían en Hogwarts debían llevar la autorización del Ministerio y en vista de que el nuevo Ministro.- quien yo obviamente aun no sabia quien era.- no ocupada su cargo y en el Colegio aun no se designaba Director. Debíamos hacerlo los jefes de los departamentos correspondientes. Sabia yo que aquello no duraría mucho y que en pocos días me quitarían ese compromiso.
Pensaba ir personalmente a llevar esa planilla y con ello constatar como estaban los asuntos que había dejado pendientes en el colegio. Pero ya era tarde a menos que dejara el asunto con Astoria para luego, pero eso tampoco estaba en mis planes, por lo cual tome mi pluma y la moje de tinta, firmando la nota con buena letra y colocando sobre la misma mi sello personal. Con solo un movimiento de mi varita vino mi lechuza, levante mi brazo y ella la tomo. -A Hogwarts. -pronuncie y ella salio por donde mismo había entrado directo al colegio.
Luego tome todo lo que tenia en el escritorio y lo empece a ordenar de nuevo; para ver que otra cosa tenia que ser atendida con prioridad; parecía que ya todo estaba en orden; al menos en cuanto a trabajo. Mire de reojo a Astoria la cual estaba sumida en sus pensamientos. -Si no quieres decir nada no importa, creo que ya se todo lo necesario. -dije y volví mi mirada a mis documentos.
Draco Malfoy- Mortifagos
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Localización : Londrés Mágica, Whiltshire
Re: Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
Noté sus expresiones, lucía realmente molesto, por más diferentes cosas que hiciera, su enojo no parecía titubear un poco, al contrario, todo lo que hacía acentuaba un poco más su mal genio. Me mordí el labio inferior algo consternada ante su frialdad, no hacía falta que me hablara de mala manera o que me llegara a poner una mano encima para que me doliera. De hecho, él jamás había hecho nada de lo otro, siempre su actitud era lo que más me llegaba a lastimar y él lo sabía, aunque contadas eran las veces en las que me había visto llorar por ello, pero siempre que me trataba de aquella forma mi corazón se encogía.
Tragué saliva con dificultad y desviando la mirada me bajé del escritorio para tomar el lugar que él me indicaba. "Patéticamente sumisa" me dije a mi misma en la cabeza, pero era estúpida la idea de ponerme a pelear una guerra que ya estaba por demás perdida. Nada ganaba peleando, pues al final de cuentas tenían que estar las cosas bien de alguna manera, ya que divorciarse no era una opción; separarme de él sería mi ruina y no hablaba de lo económico. No, dinero tenía para vivir, el problema es que yo sin ese hombre no vivía, yo sí lo quería pese a todo lo malo que él pudiera llegar a hacer.
Nuevamente los rumores que habían llegado a mis oídos de él me taladraron la cabeza, la sacudí ligeramente para no pensar en ello y luego asistí, provocando que el flequillo me cubriera los ojos.
—Vale, cariño, ya me comporto —mascullé, mordiéndome la lengua para no decir nada más que pudiera empeorar la situación. Me gustaba hacerlo enojar algunas veces, romper con su molde de hombre serio y frío, claro que una cosa era hacerlo enojar de juego y otra que estuviera enojado de verdad; ahí era mejor no echarle leña al fuego.
Lo miré de reojo, seguía serio. Me sentía ridícula, como una niña regañada. Momentos así me hacían preguntarme si había sido buena elección aceptar casarme con él hace tantos años atrás, no negaba todo lo maravilloso que habíamos tenido, todo lo que habíamos construido juntos, nuestros divinos hijos y demás, pero sencillamente por momentos sentía que yo era demasiado poca cosa para él.
Obvio mi vida no era un martirio a su lado, yo era la mujer más feliz del mundo estando con él. Todas las noches que compartíamos el lecho, todos los meses que llevé a nuestros hijos en el vientre, todas las ocasiones en que las que lo cuidaba porque se enfermaba, todas esas tardes en las que tomábamos té en el jardín... todos esos pequeños detalles que pese a ser tan hermosos se minimizaban cuando sentía que la única que era feliz era yo y que para él solo era costumbre, rutina que cuando se rompía le molestaba.
¿Pero que va? Nada de aquello era novedad, él siempre había sido y seguiría siendo así. La que con los años se amoldaba a las situaciones era yo y no me molestaba, era algo que había asumido gustosa desde el día que supe que sería su mujer. Pero vamos, tampoco era de hielo, había días en los que quería cambiar un poco y si él estuviese disponible para mí en esos momentos... bueno, era mucho pedir. No tenía justificación por lo que había hecho, pero si algo tenía a mi defensa es que me había aburrido de no tener nada mejor que hacer. Él tan ocupado últimamente en sabría Merlín que cosa, me había hecho sentir dispensable.
—¿Hace falta que de detalles? Seguro ya habrás escuchado todo lo que cotillean esas brujas sin vida —le respondí en voz baja y carente de emoción, observando como apenas me ponía cuidado ya que seguía en sus cosas.
Su trabajo, su trabajo y su bendito trabajo... un día me había dicho a mi misma que él trabajaba para que no nos faltara nada y en ese instante me había echado a reír como loca. Él no necesitaba trabajar, su padre no lo hacía, los negocios de nuestras familias se movían prácticamente solos, pero a Draco le gustaba en poder, ese poder que solo podía tener en el ministerio y no le importaba pasar noches en vela con asuntos necios, si con eso podía obtener alguna clase de asenso. En momentos pensaba que aspiraba a ser el próximo ministro.
Reí para mis adentros y me abracé a mi misma. Comenzaba a sentirme mal, no solo por la actitud de mi esposo, sino por las malditas copas que me había tomado. Vi como mandaba una lechuza a Hogwarts y seguí con mi mirada al animal, dejando mis ojos clavos en la ventana. Sonaría tonto, pero desde que era muy pequeñita, incluso antes de enamorarme de Draco, tenía una extraña sensación y envidia por las aves... yo quería saber lo que era volar y no en escoba, sino con alas propias.
Escuché su nuevo reproche y cuando lo volteé a ver él seguía en sus cosas. Suspiré y me encogí más en la butaca de terciopelo, para luego contestarle con voz tranquila.
—No hay mucho que contra, Draco —comencé a narrar—; fui a pasear porque me sentía aburrida, vi el Caldero Chorreante y quise husmear, se me antojó un trago, me topé con la sangre sucia y me dio vergüenza ajena su comportamiento... lo único que hice fue ayudarla a salir del lugar —confesé sin darle mucha importancia. A mi gusto no la tenía, no tanto como lo hacían ver los demás. A todo el mundo le gustaba sobredimencionar las cosas.
Tragué saliva con dificultad y desviando la mirada me bajé del escritorio para tomar el lugar que él me indicaba. "Patéticamente sumisa" me dije a mi misma en la cabeza, pero era estúpida la idea de ponerme a pelear una guerra que ya estaba por demás perdida. Nada ganaba peleando, pues al final de cuentas tenían que estar las cosas bien de alguna manera, ya que divorciarse no era una opción; separarme de él sería mi ruina y no hablaba de lo económico. No, dinero tenía para vivir, el problema es que yo sin ese hombre no vivía, yo sí lo quería pese a todo lo malo que él pudiera llegar a hacer.
Nuevamente los rumores que habían llegado a mis oídos de él me taladraron la cabeza, la sacudí ligeramente para no pensar en ello y luego asistí, provocando que el flequillo me cubriera los ojos.
—Vale, cariño, ya me comporto —mascullé, mordiéndome la lengua para no decir nada más que pudiera empeorar la situación. Me gustaba hacerlo enojar algunas veces, romper con su molde de hombre serio y frío, claro que una cosa era hacerlo enojar de juego y otra que estuviera enojado de verdad; ahí era mejor no echarle leña al fuego.
Lo miré de reojo, seguía serio. Me sentía ridícula, como una niña regañada. Momentos así me hacían preguntarme si había sido buena elección aceptar casarme con él hace tantos años atrás, no negaba todo lo maravilloso que habíamos tenido, todo lo que habíamos construido juntos, nuestros divinos hijos y demás, pero sencillamente por momentos sentía que yo era demasiado poca cosa para él.
Obvio mi vida no era un martirio a su lado, yo era la mujer más feliz del mundo estando con él. Todas las noches que compartíamos el lecho, todos los meses que llevé a nuestros hijos en el vientre, todas las ocasiones en que las que lo cuidaba porque se enfermaba, todas esas tardes en las que tomábamos té en el jardín... todos esos pequeños detalles que pese a ser tan hermosos se minimizaban cuando sentía que la única que era feliz era yo y que para él solo era costumbre, rutina que cuando se rompía le molestaba.
¿Pero que va? Nada de aquello era novedad, él siempre había sido y seguiría siendo así. La que con los años se amoldaba a las situaciones era yo y no me molestaba, era algo que había asumido gustosa desde el día que supe que sería su mujer. Pero vamos, tampoco era de hielo, había días en los que quería cambiar un poco y si él estuviese disponible para mí en esos momentos... bueno, era mucho pedir. No tenía justificación por lo que había hecho, pero si algo tenía a mi defensa es que me había aburrido de no tener nada mejor que hacer. Él tan ocupado últimamente en sabría Merlín que cosa, me había hecho sentir dispensable.
—¿Hace falta que de detalles? Seguro ya habrás escuchado todo lo que cotillean esas brujas sin vida —le respondí en voz baja y carente de emoción, observando como apenas me ponía cuidado ya que seguía en sus cosas.
Su trabajo, su trabajo y su bendito trabajo... un día me había dicho a mi misma que él trabajaba para que no nos faltara nada y en ese instante me había echado a reír como loca. Él no necesitaba trabajar, su padre no lo hacía, los negocios de nuestras familias se movían prácticamente solos, pero a Draco le gustaba en poder, ese poder que solo podía tener en el ministerio y no le importaba pasar noches en vela con asuntos necios, si con eso podía obtener alguna clase de asenso. En momentos pensaba que aspiraba a ser el próximo ministro.
Reí para mis adentros y me abracé a mi misma. Comenzaba a sentirme mal, no solo por la actitud de mi esposo, sino por las malditas copas que me había tomado. Vi como mandaba una lechuza a Hogwarts y seguí con mi mirada al animal, dejando mis ojos clavos en la ventana. Sonaría tonto, pero desde que era muy pequeñita, incluso antes de enamorarme de Draco, tenía una extraña sensación y envidia por las aves... yo quería saber lo que era volar y no en escoba, sino con alas propias.
Escuché su nuevo reproche y cuando lo volteé a ver él seguía en sus cosas. Suspiré y me encogí más en la butaca de terciopelo, para luego contestarle con voz tranquila.
—No hay mucho que contra, Draco —comencé a narrar—; fui a pasear porque me sentía aburrida, vi el Caldero Chorreante y quise husmear, se me antojó un trago, me topé con la sangre sucia y me dio vergüenza ajena su comportamiento... lo único que hice fue ayudarla a salir del lugar —confesé sin darle mucha importancia. A mi gusto no la tenía, no tanto como lo hacían ver los demás. A todo el mundo le gustaba sobredimencionar las cosas.
Astoria Malfoy G.- Magos
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Localización : Malfoy Manor
Re: Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
Segui en lo mio no me inmute ni por un instante en lo que hacia. Ella parecia mas mi hija que mi mujer, y como no si su comportamiento parecia mas el de una adolescente que el de una mejer casda y con hijos. Por mi ella podia hacer lo que se le viniera en gana, pero con cautela a lo que era una Malfoy, la mujer de Draco Malfoy.
Como ella misma podria estarlo pensando o creyendo mi actitud en los ultimos dias habia sido distante y egosista; pero es que acaso no podia yo contemplar la idea de que mi mujer me esperase en casa, atenta, suave, lozana, hermosa, perfumada y bonita; sin importar la hora en lo que yo me dignase a llegar. Es que eso era mucho pedir o era imposible de cumplir.
De reojo veia sus acciones; parecia tranquila, como si de verdad no tuviera cargos de conciencia y mis palabras salieran por donde mismo le habian entrado; era eso posible despues de verme como yo estaba. No creia posible que yo me diera la espalda y todos en casa hicieran lo que se le viniera en gana; al menos contaba con que Chrystofer no era asi al menos no lo que yo conocia de el y si yo me largaba para siempre el se haria cargo de todo; pero esa no era la idea asi no se resolvian los problemas, yo era mas de enfrentar las cosas, aunque eso me obligara a empezar de nuevo sin esposa y con el hogar vacio.
Ella era una mujer sumamente inteligente, refinada y elegante, que a pesar de su caracter me llenaba en todos los sentidos con su sensibilidad, apoyo y constancia. No solo su belleza era el motivo de haberl elegido como mi esposa y mujer. No por ello solamente le habia brindado los veinte largos años de matrimonuio y no por ello seguia en pie a mantener cada dia y cada noche la llama del amor y la pasión entre nosostros. Ahora mi pregunta era que le hacia falta a ella, acaso no lo tenia todo en casa o en casa de las demas damas de sociedad amigas de la casa.
Nunca les habia impedido que fueran a casa y que jugaran un partido de cartas o lo que se les antojase, Astoria sabia de sobra mi agenda ocupada. Claro ahora mas ocupada que antes por los asuntos con ord Voldemort, asuntos de los cuales la mantenia a ella al margen, al menos por ahora y por su bien. Si ella tenia algo que recriminar era mi mi caracter frio y sereno; pero que asi habia sido siempre y desde antes de casarnos. No por ello ella lo debia tomar a la mala, sabia que a mi manera la amaba y contaba conmigo de forma incondicional.
Estaba furioso cierto, aunque no estaba mas que furioso y su actitud serena me queria calmar y no lo lograba. Por mas que lo intentaba no podia y era triste puesto que yo la amaba. Respire profundo una par de veces conteniendo el aire en mis pulmones. Levante la mirada y alli estaba cabisbaja pero tranquila. -Cuantas veces he escuchado eso. -Dije serio volviendo la mirada a mis documentos.
Si eso era lo que mas la traumaba, que yo fuera asi serio ,distante; en pocas palabras que no diera mi brazo a torcer , entonces si debia entonces darle credito a ella y callarme y no decir nada. Pero que si toda mi vida habia sido asi, no habia una sola cosa en este mundo que me hiciera cambiar mi forma; puesto que ella ya se habia acostumbrado a ello. Al menos eso era lo qu3e ella me demostraba, pues si no le gustase en algun punto me lo hubiera echo saber, al menos esa era mi creencia.
-Si claro mucho he escuchado y no porque lo haya querido, sino porque en el Ministerio se han dado la tarea de que me entere con sus murmuraciones. -conteste sin apartar ni por un instante la vista de lo que hacia. Tome mi pluma nuevamente y empece a hacer anotaciones. No queria hacer un trabajo completo con esos papeles para no equivocarme prooducto de mi enojo, enojo justificado pero no necesario. -Ahora que hay de malo que yo me entere de tu propia boca, aunque el olor ya contesta una parte de mis dudas.
Si estaba siendo duro y directo; era demasiada presión para ella. Sabia que estaroia incomunicada y mis ultimas palabras serian un martillazo a su conciente, quizas eso la sacara de su trance, pues asi estaba en un trance y de seguro no iva a salir sin que yo le ayudara a hacerlo. Por mas cruel que fuera antes de ser mi esposa mi esposa, era una persona con igual condiciones en mi casa; no por ello de ser la "señora" podia hacer lo que le diera en gana, sin justificación al menos no en mi pensar. Ello no queria decir que tuviera igualdad de condiciones ante mi y menos aun que yo esigiera demasiado, solo que al menos no podia tener el respeto de ella que era mi mujer.
Tanto yo,como mi familia lo teniamos todo y eso habia sido bajo esfuerzo yconstancia. Ella en parte habia sido una parte fundamental en todo ese camino y mucho tenia por agradercle a la que era mi esposa. Yo tenia el respeto de toda la comunidad mágica, algo dificil de ganar pero tan o mas fundamental de lo que muchos suponian que era; por lo cual vivia en una constante lucha con mis hijos para que no mancharan el buen prestigio de lo que era y debia ser un Malfoy. Lo que no queria es tener que lidiar con mi esposa, quien se suponia me entendia.
Tome mis documentos de nuevo y afinque un poco mas la pluma al ver que no opbtenia respuesta por parte de ella. Por lo cual estaba contemplando la idea de pararme e irme al bar por un trago, al menos intentaria sacarme el eno9jo por mis propios medios. Mientras tome mi varita y formulando un hechizo no verbal, servi los dos vao9s de Whisky, ofreciendole uno a ella. -Quizas eso te quita lo muda que estas hoy. -dije ante su lago silencio. Queria demostrarle que podia tener confianza, que yo no prohibia que bebiera, pero no por ello se tenia que ir y ajuntar con una Weasley e irse al Caldero Chorreante, el lugar de mas baja clase en el mundo Mágico, debido a la constante afluencia de sangre-sucias.
No sabia si rechazaria el trago, aunque sabia que en aquel lugar no encontraria mejor bebida que la que yo le ofrecia. Tome mi vaso y tome un trago, quizas para relajarme o quizas para que viera que no buscaba la guerra, yo solo queria una justificación para sus actos. Voví a mis asuntos al colocar el vaso a un lado, dejando mi varita a su lado y tomando nuevamente mi pluma. Ya no tenia mas que hacer, al menos no importante; por lo cual empece a pilar los papeles segun su orden prioritario y alfabetico. Yo siempre habia sido muy ordenado y no por una u otra cosa dejaria de ser asi.
Al terminar guarde nuevamente todo en mi portafolio y tome un libro que tenia al lado de mi mano izquierda , el cual llevaba leyendo desde hace un par de semanas atras. No era que me interesara mucho el tema. Pero ya toda la biblioteca de la casa me la habia leidoy no quedaba mucho por leer. Tal vez pronto iria por mas libros a la biblioteca o al Mundo Muggle, aunque para ellos muchas de sus lecturas eran fantansias, para mi eran mas que realidades.
-Y crees que has tenido necesidad de hacer eso, de cuando aca te preocupan los demas, o para ser mas exactos de cuando te importan los sangre-sucias. -Le conteste, cerrando el libro y poniendolo a un lado mirandola fijamente. Esperaba una respuesta a ello, o sino me levantaria y me largaria de alli en ese mismo instante; por lo menos hasta que se pasara el enojo.
Como ella misma podria estarlo pensando o creyendo mi actitud en los ultimos dias habia sido distante y egosista; pero es que acaso no podia yo contemplar la idea de que mi mujer me esperase en casa, atenta, suave, lozana, hermosa, perfumada y bonita; sin importar la hora en lo que yo me dignase a llegar. Es que eso era mucho pedir o era imposible de cumplir.
De reojo veia sus acciones; parecia tranquila, como si de verdad no tuviera cargos de conciencia y mis palabras salieran por donde mismo le habian entrado; era eso posible despues de verme como yo estaba. No creia posible que yo me diera la espalda y todos en casa hicieran lo que se le viniera en gana; al menos contaba con que Chrystofer no era asi al menos no lo que yo conocia de el y si yo me largaba para siempre el se haria cargo de todo; pero esa no era la idea asi no se resolvian los problemas, yo era mas de enfrentar las cosas, aunque eso me obligara a empezar de nuevo sin esposa y con el hogar vacio.
Ella era una mujer sumamente inteligente, refinada y elegante, que a pesar de su caracter me llenaba en todos los sentidos con su sensibilidad, apoyo y constancia. No solo su belleza era el motivo de haberl elegido como mi esposa y mujer. No por ello solamente le habia brindado los veinte largos años de matrimonuio y no por ello seguia en pie a mantener cada dia y cada noche la llama del amor y la pasión entre nosostros. Ahora mi pregunta era que le hacia falta a ella, acaso no lo tenia todo en casa o en casa de las demas damas de sociedad amigas de la casa.
Nunca les habia impedido que fueran a casa y que jugaran un partido de cartas o lo que se les antojase, Astoria sabia de sobra mi agenda ocupada. Claro ahora mas ocupada que antes por los asuntos con ord Voldemort, asuntos de los cuales la mantenia a ella al margen, al menos por ahora y por su bien. Si ella tenia algo que recriminar era mi mi caracter frio y sereno; pero que asi habia sido siempre y desde antes de casarnos. No por ello ella lo debia tomar a la mala, sabia que a mi manera la amaba y contaba conmigo de forma incondicional.
Estaba furioso cierto, aunque no estaba mas que furioso y su actitud serena me queria calmar y no lo lograba. Por mas que lo intentaba no podia y era triste puesto que yo la amaba. Respire profundo una par de veces conteniendo el aire en mis pulmones. Levante la mirada y alli estaba cabisbaja pero tranquila. -Cuantas veces he escuchado eso. -Dije serio volviendo la mirada a mis documentos.
Si eso era lo que mas la traumaba, que yo fuera asi serio ,distante; en pocas palabras que no diera mi brazo a torcer , entonces si debia entonces darle credito a ella y callarme y no decir nada. Pero que si toda mi vida habia sido asi, no habia una sola cosa en este mundo que me hiciera cambiar mi forma; puesto que ella ya se habia acostumbrado a ello. Al menos eso era lo qu3e ella me demostraba, pues si no le gustase en algun punto me lo hubiera echo saber, al menos esa era mi creencia.
-Si claro mucho he escuchado y no porque lo haya querido, sino porque en el Ministerio se han dado la tarea de que me entere con sus murmuraciones. -conteste sin apartar ni por un instante la vista de lo que hacia. Tome mi pluma nuevamente y empece a hacer anotaciones. No queria hacer un trabajo completo con esos papeles para no equivocarme prooducto de mi enojo, enojo justificado pero no necesario. -Ahora que hay de malo que yo me entere de tu propia boca, aunque el olor ya contesta una parte de mis dudas.
Si estaba siendo duro y directo; era demasiada presión para ella. Sabia que estaroia incomunicada y mis ultimas palabras serian un martillazo a su conciente, quizas eso la sacara de su trance, pues asi estaba en un trance y de seguro no iva a salir sin que yo le ayudara a hacerlo. Por mas cruel que fuera antes de ser mi esposa mi esposa, era una persona con igual condiciones en mi casa; no por ello de ser la "señora" podia hacer lo que le diera en gana, sin justificación al menos no en mi pensar. Ello no queria decir que tuviera igualdad de condiciones ante mi y menos aun que yo esigiera demasiado, solo que al menos no podia tener el respeto de ella que era mi mujer.
Tanto yo,como mi familia lo teniamos todo y eso habia sido bajo esfuerzo yconstancia. Ella en parte habia sido una parte fundamental en todo ese camino y mucho tenia por agradercle a la que era mi esposa. Yo tenia el respeto de toda la comunidad mágica, algo dificil de ganar pero tan o mas fundamental de lo que muchos suponian que era; por lo cual vivia en una constante lucha con mis hijos para que no mancharan el buen prestigio de lo que era y debia ser un Malfoy. Lo que no queria es tener que lidiar con mi esposa, quien se suponia me entendia.
Tome mis documentos de nuevo y afinque un poco mas la pluma al ver que no opbtenia respuesta por parte de ella. Por lo cual estaba contemplando la idea de pararme e irme al bar por un trago, al menos intentaria sacarme el eno9jo por mis propios medios. Mientras tome mi varita y formulando un hechizo no verbal, servi los dos vao9s de Whisky, ofreciendole uno a ella. -Quizas eso te quita lo muda que estas hoy. -dije ante su lago silencio. Queria demostrarle que podia tener confianza, que yo no prohibia que bebiera, pero no por ello se tenia que ir y ajuntar con una Weasley e irse al Caldero Chorreante, el lugar de mas baja clase en el mundo Mágico, debido a la constante afluencia de sangre-sucias.
No sabia si rechazaria el trago, aunque sabia que en aquel lugar no encontraria mejor bebida que la que yo le ofrecia. Tome mi vaso y tome un trago, quizas para relajarme o quizas para que viera que no buscaba la guerra, yo solo queria una justificación para sus actos. Voví a mis asuntos al colocar el vaso a un lado, dejando mi varita a su lado y tomando nuevamente mi pluma. Ya no tenia mas que hacer, al menos no importante; por lo cual empece a pilar los papeles segun su orden prioritario y alfabetico. Yo siempre habia sido muy ordenado y no por una u otra cosa dejaria de ser asi.
Al terminar guarde nuevamente todo en mi portafolio y tome un libro que tenia al lado de mi mano izquierda , el cual llevaba leyendo desde hace un par de semanas atras. No era que me interesara mucho el tema. Pero ya toda la biblioteca de la casa me la habia leidoy no quedaba mucho por leer. Tal vez pronto iria por mas libros a la biblioteca o al Mundo Muggle, aunque para ellos muchas de sus lecturas eran fantansias, para mi eran mas que realidades.
-Y crees que has tenido necesidad de hacer eso, de cuando aca te preocupan los demas, o para ser mas exactos de cuando te importan los sangre-sucias. -Le conteste, cerrando el libro y poniendolo a un lado mirandola fijamente. Esperaba una respuesta a ello, o sino me levantaria y me largaria de alli en ese mismo instante; por lo menos hasta que se pasara el enojo.
Draco Malfoy- Mortifagos
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Fecha de inscripción : 01/03/2012
Localización : Londrés Mágica, Whiltshire
Re: Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
Miré por varios segundos el tintero de cristal que Draco usaba para escribir, como si se tratara la cosa más interesante del mundo. Me sentía ausente y con un enorme hueco en el estomago, ya no sabía si culpar al alcohol, a la vergüenza o al regaño que indirecto que me hacía mi esposo, pero me sentía mal. Quería ese baño de burbujas o por lo menos poderme echar a la cama a descansar, pero por la actitud que seguía tomando mi amado rubio, la conversación iba para largo, quisiera o no.
Honestamente era algo exasperaste hablar de algo que no tenía tanta relevancia. Había cometido un error, ¿que acaso no todos los cometían? Tal vez no me gustaba admitirlo, pero no era perfecta, al contrario. Además, no era como si los rumores fueran de que yo anduviera con otro hombre o algo, en ese caso si le daría la razón de estar tan pero tan enojado. Draco ya debería de saber a estas alturas que yo nunca haría nada que lo pusiera mal a él, al menos no siendo consiente de ello. ¿De verdad había sido tan malo tomar un trago en la barra, sentada a un lado de Weasley? Si lo veía en retrospectiva, fuera del alcohol podrían comenzar a pensar que los Malfoy ya no somos tan puristas y eso hasta podría ganarle puntos a favor en el ministerio... Pero como siempre, solo hay que mirar lo malo, las cosas buenas ya son resultados colaterales.
Suspiré y aparté el flequillo de mi ojos para mirarlo atentamente, observando como ponía esmero en cada perfecta letra que escribía. Era tan lindo... o mejor dicho; yo era una boba que sonreía por cualquier cosa que él hiciera. Bien podía estar matando impuros y yo le sonreiría al verlo maldecir con esa confianza y autosuficiencia que siempre despedía. Pudiera ser que yo hiciera trabajar día a día el reloj suizo que eran nuestras vidas, pero él era el que marcaba los compases y los tiempos. Yo no sobrevivía sin él; quizás para él pudiera ser insignificante el hecho de ausentarse más de la cuenta, pero eso descontrolaba mi mundo de sobre manera.
No tenía problemas para quedarme en casa esperándolo con una rica cena, con un baño aromático, lista para darle un masaje, arreglada para él... la bronca era cuando esas cosas debían de suceder a las nueve y el señor no aparecía hasta ya media noche. Me molestaba que las cosas no salieran como yo quería, me intrigaba y me ponía histérica no saber que era lo que él hacía. Todas esas horas, minutos y segundos que él se la pasaba fuera sin darme cuentas, me martirizaba pensando lo peor, sobre con mis celos. No, no lo negaría, a Draco lo celaba hasta con las plantas. Él era mío, así como yo era suya o al menos así lo veía yo y no cambiaría aquello, mucho menos después de tantos años de matrimonio.
Esbocé una pequeña sonrisa al notar como apartaba algunos mechones de su rubio cabello del rostro para seguir con su trabajo. Era divino, eso no lo podía negar. Lo amaba tanto... que de nuevo la pregunta que me había taladrado la cabeza desde hace horas volvía a mi mente: ¿En que demonios pensaba cuando entré a ese lugar? Solo había provocado problemas a lo tonto. Agaché la cabeza y me miré las uñas, nuevamente como si se trataran de la cosa más interesante del mundo, aunque a decir verdad, mis uñas eran interesantes, no por nada las cuidaba mucho.
Por alcance de vista miré el anillo de bodas que nunca me quitaba; primero me cortaban la mano a que yo lo retirara de su lugar. De repente volteé a Draco como si hubiesen puesto un resorte en mi cuello y una radiante sonrisa se pintó en mi rostro cuando vi el brillante anillo de matrimonio en su mano. Un calorsito me recorrió momentáneamente y me tranquilicé más; aunque también había que darle algo de crédito al alcohol.
Lo escuché respirar profundo, quizás intentando clamarse y luego escuché sus palabras reprochantes. La sonrisa se me borró, pero permanecí tranquila; no quería alterarlo más. Escuché más reproches sobre los rumores del ministerio, me sorprendía como volaban las noticias... o quizás no. No, de hecho no, porque así como a él le había llegado la noticia de que esta en ese lugar, a mi de camino a casa me habían estado señalando como si ya hasta supieran cosas que yo no. Había sido denigrante, pero no me había rebajado a discutir con ellos.
Iba a contestar algo a eso de mi aliento y humedecí un poco mis labios para hablar, pero apenas abrí la boca la volví a cerrar. No, aún no era momento de decir nada, era mejor dejar que él sacara el enojo que traía en mi contra, que dijera todo lo que pensara y sentía, así yo no metería la pata con algún mal comentario y vaya que varios cruzaban por mi cabeza. Siempre había sido así, mis labios se mantenían sellados de no ser que tuviera algo importante o bueno que decir, o que él me pidiera respuestas.
Volví a mirar mis manos, acariciándome a mi misma suavemente, me hacía falta algo de crema... Mal momento para pensar en eso, pero era mejor pensar en la crema que en las malas cosas. Cuando era pequeña había aprendido que si bien a los problemas no había que darle la espalda, tampoco había que dejar que afectaran tanto. Muchas noches había pasado repitiéndome a mi misma que todo estaba bien aunque la vida me cayera en pedazos como fue el caso durante la segunda guerra. Si bien los Greengrass habíamos salido limpios de todos los daños colaterales, los horrores vistos y vividos no se olvidaban fácil... era una niña, solo tenía catorce cuando me había tocado matar.
Sacudí ligeramente la cabeza y regresé a la realidad cuando me ofreció Whisky de fuego, del mejor, del que a él tanto le gustaba; de ese que se diría que era de su exclusivo uso personal y cuidaba recelosamente que Chris o Scorp no se lo fueran a terminar o a llevarse botellas para sus fiestas. No, Draco no era alcoholico, pero le gustaba tener una buena copa de Whisky a la mano, sobre todo cuando trabajaba.
—No, gracias —dije en apenas un susurro que no estaba del todo segura si había escuchado. No sabía si eso de ofrecerme bebida había sido como una indirecta para regañarme más, aunque seguro que para esas alturas mi esposo se estaría planteando la idea de internarme en San Mungo por creerme alcoholica... bueno, no, eso era exagerar, pero su acción me hizo sentir más culpable aún. Me encogí más en la butaca, poco más y llegaba al piso.
Él siguió con lo suyo, yo seguí observándolo hasta que terminó los pendientes y tomó uno de sus libros de lectura "ligera", estuve a punto abrir la boca con indignación. Malo era que me tratara de forma fría, pero ridículo sería que prefiriera leer antes que arreglar nuestros asuntos. Irnos a dormir en buenos términos había sido prioridad los últimos años, era como un trato silencioso que sabíamos los dos... a la cama nunca había que meternos enojados.
Por fortuna o desgracia, según se vea, Draco cerró el libró de golpe, haciéndome sobresaltar y mirarlo; luego habló, nuevamente molesto, reprochando y exigiendo una explicación. Titubeé un poco, me mordisqueé los labios, golpeteé el piso y notando que estaba a punto de irse y dejarme sola, hablé finalmente:
—¿Qué esperas que te diga? —murmuré con cierta desesperación en mis palabras, pero manteniendo el tono bajo—. Me arrepiento de lo que hice desde que di el primer paso fuera de ese cochino lugar, realmente dudo que en mi vida se vuelva a repetir algo igual y ya dije que lo hice por aburrimiento, Weasley fue la que comenzó la platica, yo solo contesté por educación y la saqué del lugar por lastima, aunque por mí mejor la mataba —declaré ya algo exaltada—. Lo único que se la pasó haciendo esa mujer fue hablar como si fuera la maldita omnipotente reina del universo que lo sabe todo, incluyendo cosas de mi vida que según esto desconozco... Si la saqué de ahí fue para que no siguiera con sus idioteces de que yo vivo en un matrimonio arreglado, hueco y sin amor —añadí, sin poder evitar que una gota salada resbalara por mi mejilla—. ¿Eso te faltaba por oír, Draco? Eso fue lo que evité que anduviera de boca en boca por ahí, prefiero que chismorrén de como saqué a Weasley hasta las copas, que ande repitiendo por ahí lo que decía esa loca... que por mí se lo podía comer un hipogrifo —finalicé, limpiándome de mala manera el rostro, rasguñandome sin querer, pero para lo mucho que importaba.
Honestamente era algo exasperaste hablar de algo que no tenía tanta relevancia. Había cometido un error, ¿que acaso no todos los cometían? Tal vez no me gustaba admitirlo, pero no era perfecta, al contrario. Además, no era como si los rumores fueran de que yo anduviera con otro hombre o algo, en ese caso si le daría la razón de estar tan pero tan enojado. Draco ya debería de saber a estas alturas que yo nunca haría nada que lo pusiera mal a él, al menos no siendo consiente de ello. ¿De verdad había sido tan malo tomar un trago en la barra, sentada a un lado de Weasley? Si lo veía en retrospectiva, fuera del alcohol podrían comenzar a pensar que los Malfoy ya no somos tan puristas y eso hasta podría ganarle puntos a favor en el ministerio... Pero como siempre, solo hay que mirar lo malo, las cosas buenas ya son resultados colaterales.
Suspiré y aparté el flequillo de mi ojos para mirarlo atentamente, observando como ponía esmero en cada perfecta letra que escribía. Era tan lindo... o mejor dicho; yo era una boba que sonreía por cualquier cosa que él hiciera. Bien podía estar matando impuros y yo le sonreiría al verlo maldecir con esa confianza y autosuficiencia que siempre despedía. Pudiera ser que yo hiciera trabajar día a día el reloj suizo que eran nuestras vidas, pero él era el que marcaba los compases y los tiempos. Yo no sobrevivía sin él; quizás para él pudiera ser insignificante el hecho de ausentarse más de la cuenta, pero eso descontrolaba mi mundo de sobre manera.
No tenía problemas para quedarme en casa esperándolo con una rica cena, con un baño aromático, lista para darle un masaje, arreglada para él... la bronca era cuando esas cosas debían de suceder a las nueve y el señor no aparecía hasta ya media noche. Me molestaba que las cosas no salieran como yo quería, me intrigaba y me ponía histérica no saber que era lo que él hacía. Todas esas horas, minutos y segundos que él se la pasaba fuera sin darme cuentas, me martirizaba pensando lo peor, sobre con mis celos. No, no lo negaría, a Draco lo celaba hasta con las plantas. Él era mío, así como yo era suya o al menos así lo veía yo y no cambiaría aquello, mucho menos después de tantos años de matrimonio.
Esbocé una pequeña sonrisa al notar como apartaba algunos mechones de su rubio cabello del rostro para seguir con su trabajo. Era divino, eso no lo podía negar. Lo amaba tanto... que de nuevo la pregunta que me había taladrado la cabeza desde hace horas volvía a mi mente: ¿En que demonios pensaba cuando entré a ese lugar? Solo había provocado problemas a lo tonto. Agaché la cabeza y me miré las uñas, nuevamente como si se trataran de la cosa más interesante del mundo, aunque a decir verdad, mis uñas eran interesantes, no por nada las cuidaba mucho.
Por alcance de vista miré el anillo de bodas que nunca me quitaba; primero me cortaban la mano a que yo lo retirara de su lugar. De repente volteé a Draco como si hubiesen puesto un resorte en mi cuello y una radiante sonrisa se pintó en mi rostro cuando vi el brillante anillo de matrimonio en su mano. Un calorsito me recorrió momentáneamente y me tranquilicé más; aunque también había que darle algo de crédito al alcohol.
Lo escuché respirar profundo, quizás intentando clamarse y luego escuché sus palabras reprochantes. La sonrisa se me borró, pero permanecí tranquila; no quería alterarlo más. Escuché más reproches sobre los rumores del ministerio, me sorprendía como volaban las noticias... o quizás no. No, de hecho no, porque así como a él le había llegado la noticia de que esta en ese lugar, a mi de camino a casa me habían estado señalando como si ya hasta supieran cosas que yo no. Había sido denigrante, pero no me había rebajado a discutir con ellos.
Iba a contestar algo a eso de mi aliento y humedecí un poco mis labios para hablar, pero apenas abrí la boca la volví a cerrar. No, aún no era momento de decir nada, era mejor dejar que él sacara el enojo que traía en mi contra, que dijera todo lo que pensara y sentía, así yo no metería la pata con algún mal comentario y vaya que varios cruzaban por mi cabeza. Siempre había sido así, mis labios se mantenían sellados de no ser que tuviera algo importante o bueno que decir, o que él me pidiera respuestas.
Volví a mirar mis manos, acariciándome a mi misma suavemente, me hacía falta algo de crema... Mal momento para pensar en eso, pero era mejor pensar en la crema que en las malas cosas. Cuando era pequeña había aprendido que si bien a los problemas no había que darle la espalda, tampoco había que dejar que afectaran tanto. Muchas noches había pasado repitiéndome a mi misma que todo estaba bien aunque la vida me cayera en pedazos como fue el caso durante la segunda guerra. Si bien los Greengrass habíamos salido limpios de todos los daños colaterales, los horrores vistos y vividos no se olvidaban fácil... era una niña, solo tenía catorce cuando me había tocado matar.
Sacudí ligeramente la cabeza y regresé a la realidad cuando me ofreció Whisky de fuego, del mejor, del que a él tanto le gustaba; de ese que se diría que era de su exclusivo uso personal y cuidaba recelosamente que Chris o Scorp no se lo fueran a terminar o a llevarse botellas para sus fiestas. No, Draco no era alcoholico, pero le gustaba tener una buena copa de Whisky a la mano, sobre todo cuando trabajaba.
—No, gracias —dije en apenas un susurro que no estaba del todo segura si había escuchado. No sabía si eso de ofrecerme bebida había sido como una indirecta para regañarme más, aunque seguro que para esas alturas mi esposo se estaría planteando la idea de internarme en San Mungo por creerme alcoholica... bueno, no, eso era exagerar, pero su acción me hizo sentir más culpable aún. Me encogí más en la butaca, poco más y llegaba al piso.
Él siguió con lo suyo, yo seguí observándolo hasta que terminó los pendientes y tomó uno de sus libros de lectura "ligera", estuve a punto abrir la boca con indignación. Malo era que me tratara de forma fría, pero ridículo sería que prefiriera leer antes que arreglar nuestros asuntos. Irnos a dormir en buenos términos había sido prioridad los últimos años, era como un trato silencioso que sabíamos los dos... a la cama nunca había que meternos enojados.
Por fortuna o desgracia, según se vea, Draco cerró el libró de golpe, haciéndome sobresaltar y mirarlo; luego habló, nuevamente molesto, reprochando y exigiendo una explicación. Titubeé un poco, me mordisqueé los labios, golpeteé el piso y notando que estaba a punto de irse y dejarme sola, hablé finalmente:
—¿Qué esperas que te diga? —murmuré con cierta desesperación en mis palabras, pero manteniendo el tono bajo—. Me arrepiento de lo que hice desde que di el primer paso fuera de ese cochino lugar, realmente dudo que en mi vida se vuelva a repetir algo igual y ya dije que lo hice por aburrimiento, Weasley fue la que comenzó la platica, yo solo contesté por educación y la saqué del lugar por lastima, aunque por mí mejor la mataba —declaré ya algo exaltada—. Lo único que se la pasó haciendo esa mujer fue hablar como si fuera la maldita omnipotente reina del universo que lo sabe todo, incluyendo cosas de mi vida que según esto desconozco... Si la saqué de ahí fue para que no siguiera con sus idioteces de que yo vivo en un matrimonio arreglado, hueco y sin amor —añadí, sin poder evitar que una gota salada resbalara por mi mejilla—. ¿Eso te faltaba por oír, Draco? Eso fue lo que evité que anduviera de boca en boca por ahí, prefiero que chismorrén de como saqué a Weasley hasta las copas, que ande repitiendo por ahí lo que decía esa loca... que por mí se lo podía comer un hipogrifo —finalicé, limpiándome de mala manera el rostro, rasguñandome sin querer, pero para lo mucho que importaba.
Última edición por Astoria Malfoy G. el Vie Jul 27, 2012 11:45 pm, editado 1 vez
Astoria Malfoy G.- Magos
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Fecha de inscripción : 17/07/2012
Localización : Malfoy Manor
Re: Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
Sabia lo duro lo dura que estaba siendo; los ultimos segundos habian sido mas que incomodos para mi y sin duda que para ella lo eran peor que ninguna otra cosa. No todos los dias me molestaba con ella por algo, es mas era la unica persona que tenia mi respeto de manera limpia; pues sus acciones y forma de ser complementaban mi vida y por ello sentia molestia por lo ocurrido.
Si era egoista mi forma de ser y mas despues de los engaños e infidelidades que habia tenido para con ella. Solo ocultarle lo que estaba pasando ultimamente no era bueno, ni saludable; tarde o temprano seria una bomba de tiempo que explotaria y lo arrazaria todo. Ello si era peor que la insignificancia que ella habia hecho al salir y conversar con Hermione Weasley.
Aunque en contexto lo que me molestaba en verdad es que justo la mujer con la que habia tenido una aventura se hubiera ido de tragos con mi esposa, al menos la actitud de Astoria me daba a entender que HERMIONE no habia dicho una palabra demas que afectaba mi ya inestable matrionio. Inestable a mi causa, por mi trato y mis constantes malos tratos a la que era mi esposa y compañera.
Ya me sentia un poco mejor, su rechazo al trago que yo le invitaba fue algo esperado, mas porque ella lo tomaria en su contra; por ello no dije mas sino que lo deje alli, no lo quite, pero tampoco intente presionarla para que se lo tomara. Yo en cambio servi otro e mi vaso llenandolo y tomandolo por completo en un solo trago.
Senti como el liquido de color ambar claro quemaba mi garganta en una forma agradable. Era un whisky de buena calidad traido de Europa, es mas era uno de los que en el mundo mágico era reservado para las Mansiones de los grandes magos de mayor prestigio y riqueza entre ellos obviamente la familia Malfoy. Siempre yo lo mantenia s salvo de Chrystofer y mas aun de Scorpius quienes desde que lo probaron por primera lo sumaron en su repertorio de bebidas favoritas, claro siempre tomadas sin permiso mio.
Yo no era del padre de negarles nada a sus hijos; pero el mismo estaba en mi Reserva personal por su sabor y pureza, entre el y los vinos de mi Reserva habia una innumerable riqueza, obviamente que yo podia pagar y degustar sin afectar mi riqueza, la cual era una de las mas grandes en el mundo mágico. A pesar de haber quedado sin nada despues de la Segunda Guerra , los negocios de mi padre, salvaran el status de la familia, ademas de la fortuna personal de Tia Bellatrix y obviamente que al casarme con Astoria su fortuna paso a ser parte de la familia.
Claro que yo intentaba solo hacerla crecer y no tomaba un solo galleons de la misma de no ser con la intención de multiplicarlo. Por lo cual ambas fortunas crecian simultaneamente, convirtiendonos en unas de las familias mas ricas en conjunto; un divorcio entre nosotros no nos afectaria en lo mas minimo, al menos no en el ambito economico.
Servi de nuevo mi vaso algo mas tranquilo, el licor me calmaba, mas de lo que quisiera pero al menos funcionaba para calmar mi orgullo y rabia; ya estaba mas sereno y mis labios un poco rojos por el anterior trago. Estaba cansado, tanto que si me recostara tan solo un instante terminaria dormido en menos de un suspiro; a veces queria solo llegar y dormir profundamente hasta el dia siguiente. Astoria en cambio me relajaba con sus delicadas y suaves manos en delicados masajes a mi espalda y aunque no terminaramos en la cama teniendo relaciones se quedaba junto a mi consintiendome.
Ella estaba muy nerviosa, aunque parecia estar normal. Se parecia a Madeleine cuando hacia algo que a mi no me gustaba y tenia que salir ella en su defensa. No me gustaba hacerle sentir que era menos porque en realidad no lo era; para mi ella es y seguiria siendo por mucho tiempo mi mano derecha. De mi nunca saldria la palabra divorcio hacia ella y no por la sociedad, sino porque a pesar de lo que muchos creyeran y juzgaran yo la valoraba por todo lo que me habia dado.
Solo el echo de haberme dado cuatro hijos, que ahora serian mi legado era mas que suficiente. Aun recordaba cuando le pedi tener un hijo, no titubeo para decir que si y dejar de cuidarse en ese mismo instante. Sacrifico sus exquisitas y hermosas curvas por un embarazo de gemelos; ambos varones que sin duda alegraron mi vida y mi existencia; tan solo al poco tiempo me dio la bendición con un segundo embarazo, eso si que era amar y no pondria en tela de juicio que ella me amaba, puesto que asi era. Ya cuando yo creia que no podia ser mas feliz tuvo a mi nena, mi pequeña Princesa Lyra, la actual ternura de casa, que yo ansiaba fuera toda una digna representante de nuestra familia. Su entrega era absoluta y todo lo que yo dijera mas que una orden era una ley en casa.
Me levante y me respalde en el escritorio frente a ella. No conteste a sus aclaratorias, sabia que sus palabras eran ciertas; ella no era capaz de mentir, al menos no a mi, creia ciega y rotundamente en mi como para siquiera pensar en mentirme y eso ya estaba mas que probado. La mire a sus verdes ojos, aquellos ojos vivos y fugases que suplicaban una respuesta sin importar cual fuera. La mire jugar con sus manos y en eso distingui el anillo de bodas, ese anillo de diamantes que yo mismo habia colocado en su manos ya hace casi 21 años atras.
En el nuestro promesa perpetua de amor y fidelidad. El simbolo del amor que ella sentia por mi. Yo aunque sin embargo en un principio lo viera como un compromiso obligado, con el tiempo sinifico mucho mas que eso. Busque nuevamente su mirada y me perdi es sus ojos color esmeralda. Deseaba besarla, pero el orgullo era mas fuerte que ninguna otra cosa.
-Lo que paso con tus palabras. -respondi sin quitar mis ojos de ella. Cruze mis piernas una sobre la otra, apoyando mi cuerpo en el borde del escritorio. Se notaba lo triste, furiosa y mal que se sentia por lo ocurrido y aunque me molestara verla llorar y mas por mi causa; esta vez era distinto pues era muy dificil para ella este asunto.
-Y de cuando aca te importa el que diran, porque te rebajas a su nivel; les diste la exclusiva. -Le respondi, pero sabia que eso lo empeoraria, por lo cual respire de nuevo y la mira a los ojos acercandome a ella; levantandole el menton para que me viera. -Hey no quiero que te pongas asi, no me gusta verte llorar, pero entiende que no es el momento de andar haciendo lo que se nos viene en gana; crei que ya lo entendias. - Su lagrima era la gota que a pesar de mi caracter me cambiaba el panorama; me aclunclille poniendome a su altura. -Lo que la Weasley haga o diga nunca te ha importado, porque ahora debe ser diferente?. -Dije esperando una respuesta que no fuera parecida a lo que habia pasado entre la Weasley y yo.
Si era egoista mi forma de ser y mas despues de los engaños e infidelidades que habia tenido para con ella. Solo ocultarle lo que estaba pasando ultimamente no era bueno, ni saludable; tarde o temprano seria una bomba de tiempo que explotaria y lo arrazaria todo. Ello si era peor que la insignificancia que ella habia hecho al salir y conversar con Hermione Weasley.
Aunque en contexto lo que me molestaba en verdad es que justo la mujer con la que habia tenido una aventura se hubiera ido de tragos con mi esposa, al menos la actitud de Astoria me daba a entender que HERMIONE no habia dicho una palabra demas que afectaba mi ya inestable matrionio. Inestable a mi causa, por mi trato y mis constantes malos tratos a la que era mi esposa y compañera.
Ya me sentia un poco mejor, su rechazo al trago que yo le invitaba fue algo esperado, mas porque ella lo tomaria en su contra; por ello no dije mas sino que lo deje alli, no lo quite, pero tampoco intente presionarla para que se lo tomara. Yo en cambio servi otro e mi vaso llenandolo y tomandolo por completo en un solo trago.
Senti como el liquido de color ambar claro quemaba mi garganta en una forma agradable. Era un whisky de buena calidad traido de Europa, es mas era uno de los que en el mundo mágico era reservado para las Mansiones de los grandes magos de mayor prestigio y riqueza entre ellos obviamente la familia Malfoy. Siempre yo lo mantenia s salvo de Chrystofer y mas aun de Scorpius quienes desde que lo probaron por primera lo sumaron en su repertorio de bebidas favoritas, claro siempre tomadas sin permiso mio.
Yo no era del padre de negarles nada a sus hijos; pero el mismo estaba en mi Reserva personal por su sabor y pureza, entre el y los vinos de mi Reserva habia una innumerable riqueza, obviamente que yo podia pagar y degustar sin afectar mi riqueza, la cual era una de las mas grandes en el mundo mágico. A pesar de haber quedado sin nada despues de la Segunda Guerra , los negocios de mi padre, salvaran el status de la familia, ademas de la fortuna personal de Tia Bellatrix y obviamente que al casarme con Astoria su fortuna paso a ser parte de la familia.
Claro que yo intentaba solo hacerla crecer y no tomaba un solo galleons de la misma de no ser con la intención de multiplicarlo. Por lo cual ambas fortunas crecian simultaneamente, convirtiendonos en unas de las familias mas ricas en conjunto; un divorcio entre nosotros no nos afectaria en lo mas minimo, al menos no en el ambito economico.
Servi de nuevo mi vaso algo mas tranquilo, el licor me calmaba, mas de lo que quisiera pero al menos funcionaba para calmar mi orgullo y rabia; ya estaba mas sereno y mis labios un poco rojos por el anterior trago. Estaba cansado, tanto que si me recostara tan solo un instante terminaria dormido en menos de un suspiro; a veces queria solo llegar y dormir profundamente hasta el dia siguiente. Astoria en cambio me relajaba con sus delicadas y suaves manos en delicados masajes a mi espalda y aunque no terminaramos en la cama teniendo relaciones se quedaba junto a mi consintiendome.
Ella estaba muy nerviosa, aunque parecia estar normal. Se parecia a Madeleine cuando hacia algo que a mi no me gustaba y tenia que salir ella en su defensa. No me gustaba hacerle sentir que era menos porque en realidad no lo era; para mi ella es y seguiria siendo por mucho tiempo mi mano derecha. De mi nunca saldria la palabra divorcio hacia ella y no por la sociedad, sino porque a pesar de lo que muchos creyeran y juzgaran yo la valoraba por todo lo que me habia dado.
Solo el echo de haberme dado cuatro hijos, que ahora serian mi legado era mas que suficiente. Aun recordaba cuando le pedi tener un hijo, no titubeo para decir que si y dejar de cuidarse en ese mismo instante. Sacrifico sus exquisitas y hermosas curvas por un embarazo de gemelos; ambos varones que sin duda alegraron mi vida y mi existencia; tan solo al poco tiempo me dio la bendición con un segundo embarazo, eso si que era amar y no pondria en tela de juicio que ella me amaba, puesto que asi era. Ya cuando yo creia que no podia ser mas feliz tuvo a mi nena, mi pequeña Princesa Lyra, la actual ternura de casa, que yo ansiaba fuera toda una digna representante de nuestra familia. Su entrega era absoluta y todo lo que yo dijera mas que una orden era una ley en casa.
Me levante y me respalde en el escritorio frente a ella. No conteste a sus aclaratorias, sabia que sus palabras eran ciertas; ella no era capaz de mentir, al menos no a mi, creia ciega y rotundamente en mi como para siquiera pensar en mentirme y eso ya estaba mas que probado. La mire a sus verdes ojos, aquellos ojos vivos y fugases que suplicaban una respuesta sin importar cual fuera. La mire jugar con sus manos y en eso distingui el anillo de bodas, ese anillo de diamantes que yo mismo habia colocado en su manos ya hace casi 21 años atras.
En el nuestro promesa perpetua de amor y fidelidad. El simbolo del amor que ella sentia por mi. Yo aunque sin embargo en un principio lo viera como un compromiso obligado, con el tiempo sinifico mucho mas que eso. Busque nuevamente su mirada y me perdi es sus ojos color esmeralda. Deseaba besarla, pero el orgullo era mas fuerte que ninguna otra cosa.
-Lo que paso con tus palabras. -respondi sin quitar mis ojos de ella. Cruze mis piernas una sobre la otra, apoyando mi cuerpo en el borde del escritorio. Se notaba lo triste, furiosa y mal que se sentia por lo ocurrido y aunque me molestara verla llorar y mas por mi causa; esta vez era distinto pues era muy dificil para ella este asunto.
-Y de cuando aca te importa el que diran, porque te rebajas a su nivel; les diste la exclusiva. -Le respondi, pero sabia que eso lo empeoraria, por lo cual respire de nuevo y la mira a los ojos acercandome a ella; levantandole el menton para que me viera. -Hey no quiero que te pongas asi, no me gusta verte llorar, pero entiende que no es el momento de andar haciendo lo que se nos viene en gana; crei que ya lo entendias. - Su lagrima era la gota que a pesar de mi caracter me cambiaba el panorama; me aclunclille poniendome a su altura. -Lo que la Weasley haga o diga nunca te ha importado, porque ahora debe ser diferente?. -Dije esperando una respuesta que no fuera parecida a lo que habia pasado entre la Weasley y yo.
Draco Malfoy- Mortifagos
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Localización : Londrés Mágica, Whiltshire
Re: Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
Arrugué mi nariz casi de forma inconsciente, era una de mis expresiones más naturales sobre todo cuando me enojaba o algo me disgustaba. Recordaba que a él le llegaba a parecer chistoso cuando era pequeña y una sonrisa se me escapó. Me era difícil estar molesta con él. Podía tener mil sentimientos encontrados, pero si había uno que jamás iba a cambiar o desaparecer era mi amor por él.
Se había tomado varios tragos, supongo que para relajarse y por la pose que tomó, esa de ponerse frente a mí recargado en el escritorio, seguro que le había funcionado. Le sonreí levemente y lo admiré durante todo ese tiempo, al menos hasta que exploté y luego él se inclinó para quedar a mi altura. La respiración se me cortó por unos momentos y me perdí en sus gélidos ojos de mercurio.... ojos que se derritieron y suavizaron cuando me vieron mal. Tal vez él nunca lo admitiría, tal vez ni siquiera se daba cuenta, pero pequeños detalles casi imperceptibles eran los que reafirmaban que yo no era la única que amaba de los dos.
Me hubiera gustado besarle; comerle la boca y evitar que dijera más cosas que pudieran empeorar la situación. Sin embargo, no lo consideré prudente y me limité a ver como se cruzaba de piernas de una forma tan elegante que no pude evitar que se me escapara un pequeño suspiro por él. Después de tantos años y él seguía provocandome tantas cosas.
Escuché más de sus reclamos, sus reproches y reprimendas. Me encogí sobre mi misma y asistí con la cabeza; concordaba con él que había sido todo una imprudencia, pero esa mujer me había sacado de mis casillas. Claro que hubiera evitado todo aquello si no hubiera cometido la idiotez de ir a meterme a ese lugar que siempre era concurrido por esa clase de gente... era como ir al mundo muggle sin estar consciente de que me toparía con un sin fin de esos despreciables seres.
Quizás él estaría pensando que hubiera sido mejor que fuera a concurrir alguna casa de las familias prestigiosas que conocíamos o tal vez que que invitara alguna de esas víboras que se decían llamar damas de sociedad; pero seguro que no recordaba que a la única persona con la que me llevaba bien y era de nuestro mismo nivel, era mi hermana... fuera de ahí, Parkinson, Bulstrode, Goyle y esas mujeres que pertenecían a nuestro limitado circulo de amistades dignas con sangre limpia y buena reputación, a esa mujeres no las tragaba; menos a Parkinson quien sabía que desde siempre había estado enamorada o encaprichada con mi marido.
Sentí como levantó mi mentón y me perdí en sus ojos claros... era una niñería, pero pensaba que nuestros ojos eran la combinación perfecta: Verde y Plata, como los colores de la noble casa de Slytherin a la que habíamos pertenecido de jóvenes y estudiantes, lastima que en ese entonces yo solo era la hermanita de Daphne y jamás le había comentado nada de eso, ya que me parecía una niñería que estaba de más ahora que eramos mayores.
Pude notar algo de dulzura en sus palabras, ya estaba cediendo un poco, tal vez por mis lagrimas o por el alcohol, no lo sabía, pero no me interesaba que se volviera a enojar, así que le mantuve la mirada y contesté suave:
—Tu lo has dicho; lo que Weasley haga o diga no me importa... me importa lo que me haga y lo que me diga —contesté con cierta desesperación contenida y enfatizando el "me"—. Detesto que hable con tanta seguridad en sus palabra, que esté tan segura de saber tanto de nosotros cuando en realidad no sabe nada... —declaré conteniendo lo que me carcomía por dentro. Quería terminar con ello, no discutir por algo que no merecía nuestro valioso tiempo, tiempo que bien podríamos estar aprovechando para estar descansando juntos.
Suspiré de nuevo, ya había perdido la cuenta de cuantas veces había perdido el aliento esa noche, aunque por lo menos con ese suspiro se habían ido el malestar que sentía. Me había desahogado, me sentía ridícula, pero me había desahogado. En lo general yo siempre le decía las cosas que pasaban a Draco, contadas con los dedos de las manos eran las veces que le había omitido información a mi esposo y claro que hablamos de información innecesaria, como aquella vez que me había roto el tobillo por andar de novedosa bailando ballet con tacones; pero era algo que había arreglado antes de que él se diera cuenta.
Siempre me esforzaba por no darle problema a Draco, pese a aquellos pequeños que hacía a propósito solo para romper el molde de vez en vez; pero problemas serios, jamás, al menos no si estaba en mis manos evitarlo. Por eso me reprendía la tontería que había echo y no me ponía en su contra, al contrario, le daba toda la razón.
—Lo siento, amor, de verdad —añadí antes de que dijera algo más—. Te juro que no se volverá a repetir —le aseguré, llevando mu mano a su rostro para acariciar su mejilla con suavidad—. Me dejé llevar por el momento, por sus tontas palabras y perdí el piso... —admití, agachando la mirada—. Pero no tienes porque preocuparte más, no volveré a pararme en ese lugar —declaré con firmeza y convicción en mis palabras.
Esperaba con esas palabras diera por terminada la discusión, no concebía estar más discutiendo con él. No me gustaba esa sensación de peligro, de angustia... no me gustaban que las cosas eran mal. Lo amaba demasiado como para considerar la idea de que él se alejara de mi lado, ya fuera de forma seria o de forma momentánea, me dolía, me dolía más que cualquier cosa en la vida, porque él lo era todo para mi. Él era mi mundo, lo que más amaba, era era lo que me mantenía respirando y no pretendía que todo se derrumbara por necedades. No, antes muerta que ver como se destruía nuestra familia; sobre todo con lo mucho que nos había costado formarla en una sociedad que hasta no hace mucho nos señalaba con el dedo por la marca que llevaba mi marido y mi suegro en su antebrazo izquierdo.
Se había tomado varios tragos, supongo que para relajarse y por la pose que tomó, esa de ponerse frente a mí recargado en el escritorio, seguro que le había funcionado. Le sonreí levemente y lo admiré durante todo ese tiempo, al menos hasta que exploté y luego él se inclinó para quedar a mi altura. La respiración se me cortó por unos momentos y me perdí en sus gélidos ojos de mercurio.... ojos que se derritieron y suavizaron cuando me vieron mal. Tal vez él nunca lo admitiría, tal vez ni siquiera se daba cuenta, pero pequeños detalles casi imperceptibles eran los que reafirmaban que yo no era la única que amaba de los dos.
Me hubiera gustado besarle; comerle la boca y evitar que dijera más cosas que pudieran empeorar la situación. Sin embargo, no lo consideré prudente y me limité a ver como se cruzaba de piernas de una forma tan elegante que no pude evitar que se me escapara un pequeño suspiro por él. Después de tantos años y él seguía provocandome tantas cosas.
Escuché más de sus reclamos, sus reproches y reprimendas. Me encogí sobre mi misma y asistí con la cabeza; concordaba con él que había sido todo una imprudencia, pero esa mujer me había sacado de mis casillas. Claro que hubiera evitado todo aquello si no hubiera cometido la idiotez de ir a meterme a ese lugar que siempre era concurrido por esa clase de gente... era como ir al mundo muggle sin estar consciente de que me toparía con un sin fin de esos despreciables seres.
Quizás él estaría pensando que hubiera sido mejor que fuera a concurrir alguna casa de las familias prestigiosas que conocíamos o tal vez que que invitara alguna de esas víboras que se decían llamar damas de sociedad; pero seguro que no recordaba que a la única persona con la que me llevaba bien y era de nuestro mismo nivel, era mi hermana... fuera de ahí, Parkinson, Bulstrode, Goyle y esas mujeres que pertenecían a nuestro limitado circulo de amistades dignas con sangre limpia y buena reputación, a esa mujeres no las tragaba; menos a Parkinson quien sabía que desde siempre había estado enamorada o encaprichada con mi marido.
Sentí como levantó mi mentón y me perdí en sus ojos claros... era una niñería, pero pensaba que nuestros ojos eran la combinación perfecta: Verde y Plata, como los colores de la noble casa de Slytherin a la que habíamos pertenecido de jóvenes y estudiantes, lastima que en ese entonces yo solo era la hermanita de Daphne y jamás le había comentado nada de eso, ya que me parecía una niñería que estaba de más ahora que eramos mayores.
Pude notar algo de dulzura en sus palabras, ya estaba cediendo un poco, tal vez por mis lagrimas o por el alcohol, no lo sabía, pero no me interesaba que se volviera a enojar, así que le mantuve la mirada y contesté suave:
—Tu lo has dicho; lo que Weasley haga o diga no me importa... me importa lo que me haga y lo que me diga —contesté con cierta desesperación contenida y enfatizando el "me"—. Detesto que hable con tanta seguridad en sus palabra, que esté tan segura de saber tanto de nosotros cuando en realidad no sabe nada... —declaré conteniendo lo que me carcomía por dentro. Quería terminar con ello, no discutir por algo que no merecía nuestro valioso tiempo, tiempo que bien podríamos estar aprovechando para estar descansando juntos.
Suspiré de nuevo, ya había perdido la cuenta de cuantas veces había perdido el aliento esa noche, aunque por lo menos con ese suspiro se habían ido el malestar que sentía. Me había desahogado, me sentía ridícula, pero me había desahogado. En lo general yo siempre le decía las cosas que pasaban a Draco, contadas con los dedos de las manos eran las veces que le había omitido información a mi esposo y claro que hablamos de información innecesaria, como aquella vez que me había roto el tobillo por andar de novedosa bailando ballet con tacones; pero era algo que había arreglado antes de que él se diera cuenta.
Siempre me esforzaba por no darle problema a Draco, pese a aquellos pequeños que hacía a propósito solo para romper el molde de vez en vez; pero problemas serios, jamás, al menos no si estaba en mis manos evitarlo. Por eso me reprendía la tontería que había echo y no me ponía en su contra, al contrario, le daba toda la razón.
—Lo siento, amor, de verdad —añadí antes de que dijera algo más—. Te juro que no se volverá a repetir —le aseguré, llevando mu mano a su rostro para acariciar su mejilla con suavidad—. Me dejé llevar por el momento, por sus tontas palabras y perdí el piso... —admití, agachando la mirada—. Pero no tienes porque preocuparte más, no volveré a pararme en ese lugar —declaré con firmeza y convicción en mis palabras.
Esperaba con esas palabras diera por terminada la discusión, no concebía estar más discutiendo con él. No me gustaba esa sensación de peligro, de angustia... no me gustaban que las cosas eran mal. Lo amaba demasiado como para considerar la idea de que él se alejara de mi lado, ya fuera de forma seria o de forma momentánea, me dolía, me dolía más que cualquier cosa en la vida, porque él lo era todo para mi. Él era mi mundo, lo que más amaba, era era lo que me mantenía respirando y no pretendía que todo se derrumbara por necedades. No, antes muerta que ver como se destruía nuestra familia; sobre todo con lo mucho que nos había costado formarla en una sociedad que hasta no hace mucho nos señalaba con el dedo por la marca que llevaba mi marido y mi suegro en su antebrazo izquierdo.
Astoria Malfoy G.- Magos
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Localización : Malfoy Manor
Re: Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
La mire a los ojos no solo sosteniendo la mirada, sino que a su vez la expresión serena que intentaba por los momentos mantener. No era conveniente explotar y menos por las necedades de la que había sido un "error" en mi vida. Aun no me cabia en la cabeza que yo el importante, sereno y mas que ninguna ora cosa orgulloso Draco Malfoy habia tenido una noche de tragos con na sangre sucia y que la misma era nada mas y nada menos que Hermione Weasley, el tiempo pasaba pero era una marca que no se borraba y el echo de que la misma le hubiera hablado con tal confianza a mi esposa me daba a entender que ella estaba mas que clara en lo que habia sucedido.
Al menos no habia sido tan tonta de dañar u matrimonio y el mio soltando una verdad que ahora seria una bomba en nuestros matrimonios; Si Astoria en algun punto se llegara a enterar de que yo habia pecado estando casado con ella, sin duda media que se olvidara el amor que me sentia y pensaria con la razón
Es que ella siempre seria una mujer inteligente, quje aunque no lo pareciera se daba respetar; se queria asimisma as de lo que demostraba a los demas y ese amor propio la llevaria a olvidarse de todo y a no perdonarme que le faltara el respeto de esa manera. Por mas manupulable que la misma fuera y por mas amor a la familia; nuestros hijos estaban grandes y entenderian, si esa seria la excusa y ella lo sufriria claro estaba, pero no lo p'0ensaria dos veces de tener que tomar una decision dinal y rotunda en ese caso.
A veces lo pensaba, lo pensaba seriamente; inclusive me habia pasado por loa mente ser claro y honesto con ella y decirle todo lo que en tantos años habia reservado solo para mi. De momento pensaba que nada me lo impedia y creia en esos momentos que si se lo decia personalmente y esas verdades salian de mi, tendria una tanto mas a mi favor; pero era una locura tantos años despues y cada segundo, minuto, hora, instante, dia o lo que fuera en que se midiera el tiempo seria peor, ya que me reprocharia el tiempo de silencio y cada dia le sumaba mas y mas lo que lo hacia mas intolerable.
La mire a los ojos, respire profundo, mientras que buscaba las palabras correctas. Para mi lo mejor era dejarla allí e irme. A donde? eso era lo de menos, el detalle es que ya no quería seguir peleando y verla llorar, ya que eso la hacia sentir culpable y si la seguía viendo en esas condiciones; terminaría explotando y diciendo la dura verdad que me mataba a diario, la misma que tenia clavada como un puñal y que muchas veces no me dejaba respirar.
-No soy quien para reprocharte nada, es mas por mi puedes hacer con tu vida lo que se te venga en gana, a la final yo hago lo mismo a diario; solo aspiro a que sigas siendo la dama de sociedad que todos respetan. -dije simplemente, aunque eso no fuera lo que realmente deseara decir, ya que en mi garganta forzaba a modular esas palabras, sobre otras que serian dolorosas y fuertes para ella. Pero no me lo permitiría, por nada del mundo me permitiría decir algo en eso momento que terminara siendo el final de todo.
-No te disculpes mas, o tienes porque hacerlo y menos ante mi. -Respire profundo ya que en esos instantes habían pasado por mi mente todos los escenarios en todas las modalidades de lo que podría pasar, si yo la seguía presionando terminaría por decir la verdad y ya era bastante con lo ocurrido en ese dia. -No es necesario que me jures nada, es mas olvida que esta conversación se entablo. -dije finalmente para darle un beso en la frente.
Me levante y no la mire mas a los ojos, menos al rostro. Limite mi contacto visual a ella, porque ver sus lagrimas eran algo nefasto para mi. Dirigi mis pasos hacia el umbral y atravesando la puerta sali del que era el estudio; no quería hablar, es mas queria estar solo y pensar. No entendía que me estaba pasando en estos instantes; es mas era una sensación bastante extraña en mi. Tome mi abrigo y sali a los jardines, la brisa estaba fria, extremadamente para ser un tanto mas exactos; mas a pesar de ello no me coloque el abrigo, ya que era un tanto como un castigo para mi actitud cobarde y sinica de hace unos momentos atras.
Camine por unos minutos sin escuchar mas que mis pasos, estaba anonadado con lo que habia pasado; no me podia creer asimismo, queria un trago pero ya no mas, el alcohol al parecer se me estaba subiendo mas de lo necesario y si seguis asi no terminaría en buenos términos. Me tumbe en la gramna, en alguna parte del jardin de la mansión Maolfoy, agrqadecia que mis padres estuvieran de viaje o si no mi madre de seguro estaria sentada a mi lado tratando de darme la razon o cuando menos haciendome sentir que yo no tenia la responsabilidad de nada; ella al menos no me reprocharia mis acciones, pero era la menos indicada para confesarle tanta verdad.
Al menos no habia sido tan tonta de dañar u matrimonio y el mio soltando una verdad que ahora seria una bomba en nuestros matrimonios; Si Astoria en algun punto se llegara a enterar de que yo habia pecado estando casado con ella, sin duda media que se olvidara el amor que me sentia y pensaria con la razón
Es que ella siempre seria una mujer inteligente, quje aunque no lo pareciera se daba respetar; se queria asimisma as de lo que demostraba a los demas y ese amor propio la llevaria a olvidarse de todo y a no perdonarme que le faltara el respeto de esa manera. Por mas manupulable que la misma fuera y por mas amor a la familia; nuestros hijos estaban grandes y entenderian, si esa seria la excusa y ella lo sufriria claro estaba, pero no lo p'0ensaria dos veces de tener que tomar una decision dinal y rotunda en ese caso.
A veces lo pensaba, lo pensaba seriamente; inclusive me habia pasado por loa mente ser claro y honesto con ella y decirle todo lo que en tantos años habia reservado solo para mi. De momento pensaba que nada me lo impedia y creia en esos momentos que si se lo decia personalmente y esas verdades salian de mi, tendria una tanto mas a mi favor; pero era una locura tantos años despues y cada segundo, minuto, hora, instante, dia o lo que fuera en que se midiera el tiempo seria peor, ya que me reprocharia el tiempo de silencio y cada dia le sumaba mas y mas lo que lo hacia mas intolerable.
La mire a los ojos, respire profundo, mientras que buscaba las palabras correctas. Para mi lo mejor era dejarla allí e irme. A donde? eso era lo de menos, el detalle es que ya no quería seguir peleando y verla llorar, ya que eso la hacia sentir culpable y si la seguía viendo en esas condiciones; terminaría explotando y diciendo la dura verdad que me mataba a diario, la misma que tenia clavada como un puñal y que muchas veces no me dejaba respirar.
-No soy quien para reprocharte nada, es mas por mi puedes hacer con tu vida lo que se te venga en gana, a la final yo hago lo mismo a diario; solo aspiro a que sigas siendo la dama de sociedad que todos respetan. -dije simplemente, aunque eso no fuera lo que realmente deseara decir, ya que en mi garganta forzaba a modular esas palabras, sobre otras que serian dolorosas y fuertes para ella. Pero no me lo permitiría, por nada del mundo me permitiría decir algo en eso momento que terminara siendo el final de todo.
-No te disculpes mas, o tienes porque hacerlo y menos ante mi. -Respire profundo ya que en esos instantes habían pasado por mi mente todos los escenarios en todas las modalidades de lo que podría pasar, si yo la seguía presionando terminaría por decir la verdad y ya era bastante con lo ocurrido en ese dia. -No es necesario que me jures nada, es mas olvida que esta conversación se entablo. -dije finalmente para darle un beso en la frente.
Me levante y no la mire mas a los ojos, menos al rostro. Limite mi contacto visual a ella, porque ver sus lagrimas eran algo nefasto para mi. Dirigi mis pasos hacia el umbral y atravesando la puerta sali del que era el estudio; no quería hablar, es mas queria estar solo y pensar. No entendía que me estaba pasando en estos instantes; es mas era una sensación bastante extraña en mi. Tome mi abrigo y sali a los jardines, la brisa estaba fria, extremadamente para ser un tanto mas exactos; mas a pesar de ello no me coloque el abrigo, ya que era un tanto como un castigo para mi actitud cobarde y sinica de hace unos momentos atras.
Camine por unos minutos sin escuchar mas que mis pasos, estaba anonadado con lo que habia pasado; no me podia creer asimismo, queria un trago pero ya no mas, el alcohol al parecer se me estaba subiendo mas de lo necesario y si seguis asi no terminaría en buenos términos. Me tumbe en la gramna, en alguna parte del jardin de la mansión Maolfoy, agrqadecia que mis padres estuvieran de viaje o si no mi madre de seguro estaria sentada a mi lado tratando de darme la razon o cuando menos haciendome sentir que yo no tenia la responsabilidad de nada; ella al menos no me reprocharia mis acciones, pero era la menos indicada para confesarle tanta verdad.
Draco Malfoy- Mortifagos
- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 01/03/2012
Localización : Londrés Mágica, Whiltshire
Re: Mujer madura; mujer imprudente (Astoria Malfoy)
Permanecimos unos momentos sin decir nada en lo absoluto. Solo nos mirábamos a los ojos como si ahí pretendiéramos encontrar una respuesta. Por unos momentos me hubiera gustado tener el don de la Legeremancia. Con el tiempo había aprendido en gran parte a entender lo que pasaba por la mente de mi marido, pero en esta ocasión su semblante era indescifrable. Y la angustia me consumía. Quería saber que era lo que estaba pensando. Quería saber que sentía en esos momentos, pues aunque sus divinas obres de plata estaban fijas en mí, sentía que sus pensamientos estaban demasiados alejados de mi persona en esos momentos.
El silencio y el rítmico tic-tac del reloj de péndulo comenzaban a exasperarme. Con cierta impaciencia comencé a golpetear el piso con mi tacón y a morderme el labio de forma algo compulsiva. ¿Estaría considerando la idea de dejarme? ¿Estaría evaluando la situación? ¿Pensando que había sido un error casarse conmigo? Quizás aún con los años seguía sin ser digna de aprobación.
Sabía lo inmadura que podía llegar a ser. Sabía lo irresponsable e imprudente que me podía llegar a comportar. Aun así, en más de veinte años de matrimonio nunca había hecho nada grabe. Al menos nada de lo que me arrepintiera. ¿Que lo reñía seguido? ¿Qué pese a tener ya cuarenta años llegaba a ser tan caprichosa como Lyra? Sí, no lo iba a negar. Pero todo lo que hacía no era con la intención de molestarlo, ni de darle problemas. Sencillamente era mi forma de ser. Así había crecido. Así me habían educado. Así me había conocido él… y me había aceptado como esposa. Y hasta donde yo recordaba había sido buena madre. ¿Cierto? Había sido buena esposa… ¿verdad?
¿Que nuestro matrimonio había sido una obligación? Sí. Todos lo sabían de sobra. Y dolía. Dolía porque yo lo quería. Lo quería desde que era una mocosa de no más de un metro de estatura. Lo quería pese a las malas caras que me hacía de niño. Lo quería pese a todo. Lo quería más que a mí misma. Todo lo que le daba, todo lo que hacía, lo hacía siempre pensando en él. Incluyendo el infortunado encuentro con la sangre sucia de Weasley. Yo quería defender nuestro matrimonio de las crueles palabras de esa impura. Pensé que era lo correcto. Gran error el mío.
Seguía sosteniendo su mirada. Sentía como mi corazón palpitaba en mi pecho con tanta fuerza que podía jurar que en cualquier momento explotaría y todo acabaría. Noté como respiraba con profundidad, mientras yo contenía el aliento y escuchaba sus palabras. Palabras que me cayeron como un balde de agua fría y me hicieron temblar. Pues pese a la simplicidad de estas, encontré un trasfondo que no me agradó mucho. “Puedes hacer con tu vida lo que se te venga en gana, al final yo hago lo mismo a diario.” No sé porque, pero esa frase formó un nudo en mi estómago que se apretaba más y más mientras él seguía hablando. “Menos ante mí.” Quizás estaba exagerando, pero el contexto de esas frases no daban a entender nada bueno.
Comenzaba a sentirme mal. Y no, no era culpa del alcohol. No había tomado tanto como para que me afectara de tal manera. Aunque quizás si era culpa del alcohol que estuviera llegando a conclusiones tan dolorosas. Me dolía. Sin explicación aparente, pero me dolía. Era como si de repente una fuerza invisible me estuviera estrujando, evitando que todos mis órganos funcionaran con normalidad. Sentía que no podía respirar…
—Draco… —murmuré con el aire que aún me quedaba. Aunque más que un murmuro fue como un suspiro. Él terminó por dar sus últimas palabras y se levantó sin más alejándose de mí. No fui capaz de mirarle. Me sentía aturdida. Extendí vagamente la mano intentado detenerle, pero igual él se fue. Se alejó de mí sin decir más.
Apenas la puerta se cerró detrás de él comencé a llorar. ¿Cómo habíamos llegado a eso? ¿Por qué era tan tonta? ¿Por qué parecía que lo único para lo que servía era para darle dolores de cabeza a mi marido? ¿Por qué me seguían doliendo conclusiones que podían estar mal? ¿Por qué tenía tantos sentimientos encontrados? ¿Por qué no me podía controlar?
Seguí llorando. Llorando sin detenerme si quiera a respirar. Entre sollozo y sollozo tomaba bocanadas de aire por la boca, mientras me abrazaba a mí misma con fuerza. Quería que Draco regresara al estudio. Quería que me abrazara. Quería que me dijera que estaba equivocada. Quería sentir que su enojo era producto de su preocupación por mí y no una decepción por mi comportamiento. Lo quería. Lo necesitaba. Necesitaba a Draco en ese instante, pero al parecer mi esposo no tenía intenciones de seguir hablando conmigo.
Pasaron los minutos y el llanto poco a poco fue disminuyendo por sí solo. Aunque el dolor seguía latente, sobre todo en mi pecho. Me levanté, tomé un pañuelo para limpiarme el rostro y como no queriendo la cosa, terminé por tomar algo del Whisky que había dejado Draco en su copa.
Una parte de mí quería ir a buscarle. No quería ir a dormir estando en esos términos con él. No quería tener que dormir alejada de sus brazos. Aunque por otra parte, algo me decía que no era de lo más prudente buscarle cuando evidentemente él no quería estar en mi presencia.
Sentí nauseas al terminar mi trago y me acerqué a la ventana del despacho para recibir algo de aire fresco. El frío aire me golpeó con un susurro de realidad y casi sin querer bajé la mirada, notando como mi marido estaba ahí sentado. Lucia algo afligido. Por un instante me incliné hacia adelante, intentando llegar a donde él estaba, retando las leyes de gravedad y con peligro de caerme.
Pero reaccioné y cerrando los ojos con fuerza, retrocedí unos pasos y tomé mi varita con firmeza. El recuerdo que cruzó por mi cabeza fue el más simple de todos y de igual forma el más tierno que pude recordar: Draco besando mi vientre al enterarse que estaba embarazada...
— Expecto Patronum —murmuré y una luz plateada brotó de la punta de la varita para poco a poco tomar la forma de un pavo real alvino. De esos bellos pavos que andaban paseando a diario por la mansión. Susurré unas palabras y le indiqué a la criatura que fuera donde mi esposo a dar el simple mensaje de: Te amo.
El silencio y el rítmico tic-tac del reloj de péndulo comenzaban a exasperarme. Con cierta impaciencia comencé a golpetear el piso con mi tacón y a morderme el labio de forma algo compulsiva. ¿Estaría considerando la idea de dejarme? ¿Estaría evaluando la situación? ¿Pensando que había sido un error casarse conmigo? Quizás aún con los años seguía sin ser digna de aprobación.
Sabía lo inmadura que podía llegar a ser. Sabía lo irresponsable e imprudente que me podía llegar a comportar. Aun así, en más de veinte años de matrimonio nunca había hecho nada grabe. Al menos nada de lo que me arrepintiera. ¿Que lo reñía seguido? ¿Qué pese a tener ya cuarenta años llegaba a ser tan caprichosa como Lyra? Sí, no lo iba a negar. Pero todo lo que hacía no era con la intención de molestarlo, ni de darle problemas. Sencillamente era mi forma de ser. Así había crecido. Así me habían educado. Así me había conocido él… y me había aceptado como esposa. Y hasta donde yo recordaba había sido buena madre. ¿Cierto? Había sido buena esposa… ¿verdad?
¿Que nuestro matrimonio había sido una obligación? Sí. Todos lo sabían de sobra. Y dolía. Dolía porque yo lo quería. Lo quería desde que era una mocosa de no más de un metro de estatura. Lo quería pese a las malas caras que me hacía de niño. Lo quería pese a todo. Lo quería más que a mí misma. Todo lo que le daba, todo lo que hacía, lo hacía siempre pensando en él. Incluyendo el infortunado encuentro con la sangre sucia de Weasley. Yo quería defender nuestro matrimonio de las crueles palabras de esa impura. Pensé que era lo correcto. Gran error el mío.
Seguía sosteniendo su mirada. Sentía como mi corazón palpitaba en mi pecho con tanta fuerza que podía jurar que en cualquier momento explotaría y todo acabaría. Noté como respiraba con profundidad, mientras yo contenía el aliento y escuchaba sus palabras. Palabras que me cayeron como un balde de agua fría y me hicieron temblar. Pues pese a la simplicidad de estas, encontré un trasfondo que no me agradó mucho. “Puedes hacer con tu vida lo que se te venga en gana, al final yo hago lo mismo a diario.” No sé porque, pero esa frase formó un nudo en mi estómago que se apretaba más y más mientras él seguía hablando. “Menos ante mí.” Quizás estaba exagerando, pero el contexto de esas frases no daban a entender nada bueno.
Comenzaba a sentirme mal. Y no, no era culpa del alcohol. No había tomado tanto como para que me afectara de tal manera. Aunque quizás si era culpa del alcohol que estuviera llegando a conclusiones tan dolorosas. Me dolía. Sin explicación aparente, pero me dolía. Era como si de repente una fuerza invisible me estuviera estrujando, evitando que todos mis órganos funcionaran con normalidad. Sentía que no podía respirar…
—Draco… —murmuré con el aire que aún me quedaba. Aunque más que un murmuro fue como un suspiro. Él terminó por dar sus últimas palabras y se levantó sin más alejándose de mí. No fui capaz de mirarle. Me sentía aturdida. Extendí vagamente la mano intentado detenerle, pero igual él se fue. Se alejó de mí sin decir más.
Apenas la puerta se cerró detrás de él comencé a llorar. ¿Cómo habíamos llegado a eso? ¿Por qué era tan tonta? ¿Por qué parecía que lo único para lo que servía era para darle dolores de cabeza a mi marido? ¿Por qué me seguían doliendo conclusiones que podían estar mal? ¿Por qué tenía tantos sentimientos encontrados? ¿Por qué no me podía controlar?
Seguí llorando. Llorando sin detenerme si quiera a respirar. Entre sollozo y sollozo tomaba bocanadas de aire por la boca, mientras me abrazaba a mí misma con fuerza. Quería que Draco regresara al estudio. Quería que me abrazara. Quería que me dijera que estaba equivocada. Quería sentir que su enojo era producto de su preocupación por mí y no una decepción por mi comportamiento. Lo quería. Lo necesitaba. Necesitaba a Draco en ese instante, pero al parecer mi esposo no tenía intenciones de seguir hablando conmigo.
Pasaron los minutos y el llanto poco a poco fue disminuyendo por sí solo. Aunque el dolor seguía latente, sobre todo en mi pecho. Me levanté, tomé un pañuelo para limpiarme el rostro y como no queriendo la cosa, terminé por tomar algo del Whisky que había dejado Draco en su copa.
Una parte de mí quería ir a buscarle. No quería ir a dormir estando en esos términos con él. No quería tener que dormir alejada de sus brazos. Aunque por otra parte, algo me decía que no era de lo más prudente buscarle cuando evidentemente él no quería estar en mi presencia.
Sentí nauseas al terminar mi trago y me acerqué a la ventana del despacho para recibir algo de aire fresco. El frío aire me golpeó con un susurro de realidad y casi sin querer bajé la mirada, notando como mi marido estaba ahí sentado. Lucia algo afligido. Por un instante me incliné hacia adelante, intentando llegar a donde él estaba, retando las leyes de gravedad y con peligro de caerme.
Pero reaccioné y cerrando los ojos con fuerza, retrocedí unos pasos y tomé mi varita con firmeza. El recuerdo que cruzó por mi cabeza fue el más simple de todos y de igual forma el más tierno que pude recordar: Draco besando mi vientre al enterarse que estaba embarazada...
— Expecto Patronum —murmuré y una luz plateada brotó de la punta de la varita para poco a poco tomar la forma de un pavo real alvino. De esos bellos pavos que andaban paseando a diario por la mansión. Susurré unas palabras y le indiqué a la criatura que fuera donde mi esposo a dar el simple mensaje de: Te amo.
Astoria Malfoy G.- Magos
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