Ficha de Iris Hopkins

El físico de Iris no destaca demasiado respecto a las otras chicas de su edad o incluso más pequeñas. No es una chica que quiera destacar por su manera de vestir o de maquillarse, lo hace todo de manera normal, se viste de manera normal, se peina de manera normal, todo. Lo que más puede destacar en ella o lo que atrae la mirada de quien la vea es su pelo, de un color entre rojo o naranja intenso, un color de pelo que a ella desde siempre le ha encantado, que mima demasiado, en realidad, pues no soporta que alguien lo despeine o lo toque demasiado, digamos que es su punto débil. Con una piel pálida, sus ojos verdes se pueden apreciar con total seguridad en su rostro, como si quisieran decir que están ahí. De complexión delgada, a la chica le gusta vestir ropa cómoda, en la que predominan las camisas con pantalones vaqueros. No es que sea demasiado reportista, pero no suele ganar peso con casi nada. En realidad, aunque coma demasiados dulces, que lo hace, no suele engordar casi nada. O si lo hace, quema esas calorías con sencillos paseos por los terrenos del Castillo, algo que suele hacer a menudo. En definitiva, Iris es lo que se dice una chica del montón, pero con un pelo bastante llamativo.









Iris siempre ha sido una chica de pocas palabras, que a la vez se define con pocas palabras, pero con algunas explicaciones. Siempre ha sido una joven aplicada en todo lo que hacía, en sus estudios o en todo lo que se proponía, nunca gustaba de dejar las cosas a medias, si empezaba algo se empeñaba en terminarlo, a veces por simple capricho, otras veces por cumplir el pequeño deseo que latía en su interior de querer ser como su madre, o de querer ser mejor que ella, un secreto tonto, aunque latente todavía en el corazón de la joven. Sus ganas de demostrar su inteligencia y sus ganas de hacerse valer por si misma en el mundo en el que vivía eran muchas, sin pedir favores ni ayuda a nadie, demostrando que podía hacer las cosas por su cuenta. Se podría decir, en ese sentido, que siempre ha querido ser una chica independiente, aunque en algunas ocasiones con malos resultados.

Su torpeza y su reserva en cuanto a algunos aspectos de su vida hicieron que fuera una chica un tanto desconfiada con los que no conocía, con los que por decirlo de alguna manera, le daban mala espina. Nunca dio la espalda a las amistades que hacía, aunque bien es cierto que se mantenía al margen de cualquier mal entendido o de cualquier disputa por algo o por alguien, nunca metiéndose en líos por algo que no la incumbía o que al final podía acabar trayéndole problemas. Una chica de pocas palabras, pero a la que no le faltaba ningún valor para decir demasiadas cosas a la cara, cosas que pensara que una persona debiera saber. Directa, sin pensar ni siquiera en lo que decía cuando tenía algo importante que decir, sin pensar si alguien pudiera sentirse mal ante esas palabras o sin creer que pudiera herir los sentimientos o el orgullo de otras personas. Cabezota muchas veces, enfadándose cuando no conseguía obtener la razón en algo que ella sabía que la tenía. Chillona, con una peculiaridad a gritar siempre que se enfada demasiado o que alguien le saca de sus casillas, a veces pudiendo parecer demasiado pesada. No es una chica egocéntrica, no le gusta llamar la atención, prefiere ser simplemente una chica normal que camine por el mundo, siendo como ella misma quiere, sin dejar que nadie le dijera como tenía que actuar en ninguna ocasión ni circunstancia.

Simpática, aunque en determinadas ocasiones pudiera parecer fría o seria. Nunca lo ha sido, en realidad, pero desde siempre poseía la capacidad para distraerse con rapidez con cualquier tontería, o para abstraerse de todo lo que le rodeaba cuando solamente fijaba su atención en una actividad o en una cosa, poniendo como se dice, los cinco sentidos en ello. Pero siempre ha sido una persona a la que le gustaba conversar, mantener conversaciones entretenidas, casi siempre tumbada en algún sitio. Indecisa respecto a algunas cuestiones que a lo largo de su vida se ha formulado. Y sobre todo, esquiva en algunos temas, generalmente en temas que tuvieran que ver con la intimidad con otra persona, refiriéndose sobre todo a chicos, siendo las relaciones personales algo a lo que siempre ha dado la espalda por miedo a no dar la talla en esos aspectos, por sentirse insegura consigo misma. Algo que a menudo le han dicho que era una tontería, pero que ella sigue pensando con frecuencia. Pocos chicos han llegado a gustarle de verdad, en realidad, desde que tiene uso de razón, cree que solo uno ha hecho algo de eco en su diminuto órgano bombeador de sangre. Por eso no suele exteriorizar sus sentimientos delante de otras personas, por eso puede parecer fría o seria, callada o despistada. En definitiva y como se ha dicho, por eso se le suele considerar como una chica de pocas palabras.










Los orígenes de Iris se remontan a Berlín, Alemania, lugar donde los que en un futuro serían sus dos progenitores se conocieron por primera vez. Casualmente, ninguno de los dos vivía allí, ni siquiera tenían algún tipo de parentesco con alguien de esa ciudad, nada de nada. Pero ambos se encontraban en esa ciudad por diferentes motivos. Resumiendo brevemente la vida de cada uno de ellos, se debe decir que su madre, Amanda Standford, pertenecía a una familia inglesa de magos poco conocidos, pues si línea de sangre se había vuelto pura pocas generaciones antes. La joven asistió a la escuela de Beauxbatons, no a Hogwarts como su familia esperaba, si no porque por influencia de su abuela, asistió a la prestigiosa escuela de Francia. Después de sus estudios en la escuela de Magia, pasó una temporada viviendo con sus padres, hasta que un par de años después se trasladó a vivir a un pequeño pueblo cercano a Londres con unas antiguas compañeras de la escuela.

Allí en Alemania, se encontraba un muchacho de unos veinticinco años, Frank Hopkins, un muchacho al que desde pequeño consideraron como un rompecorazones, porque no había mujer que escapara a sus encantos, desde su madre hasta la que sería su esposa tiempo después. De una noble familia de magos, algo más conocida porque algunos de sus miembros varones pertenecían al Ministerio de Magia de Londres, desde aurores hasta trabajadores en distintos departamentos. El joven en cuestión había asistido a la escuela de Magia de Hogwarts, siendo entonces uno de esos aurores al que habían enviado a Alemania solo para una visita rutinaria, nada peligroso. ¿Alguien sabe cómo funciona eso del amor a primera vista? Porque según las historias que Iris escucharía más adelante, la historia de amor de sus padres fue eso, un amor a primera vista. Un amor que comenzó por casualidad en Alemania, concretamente en un parque de atracciones, mucho más concretamente en un puesto de helados de un parque de atracciones. Porque la anécdota de una joven que no tiene suficiente dinero para comprar un helado, pero que entonces otro joven completamente desconocido para ella pague lo que falta del precio, es, digan lo que digan, una historia de amor a primera vista. Una historia que se prolongó hasta Londres, donde ninguna de las familias se opuso a esa relación, ni siquiera a la boda que pocos años después se celebraría, cuando ambos contaban con menos de veintiocho años de edad. Algo jóvenes, dirían algunos. Demasiado enamorados, dirían ellos.

La pequeña Iris nació a los treinta años de edad de su madre, con una cabellera desde muy pequeña pelirroja, color que se acentuaría hasta su vida actual. Una única niña de aquel matrimonio que creció feliz en ambos mundos, pues aunque sus padres crecieran en el mundo de la magia, siempre quisieron educar a su hija haciéndole entender que tanto muggles como magos tenían una oportunidad para destacar en este mundo en el que vivía la pequeña la pequeña creció esperando con ansias su carta de Hogwarts, aunque su destino cambio cuando su abuela la convenció, al igual que había hecho con su madre, para que asistiera a la prestigiosa escuela de Beauxbatons. Aunque actualmente, con la visita de ambas escuelas, Durmstrang y Beauxbatons en la prestigiosa escuela de Hogwarts, Iris se encuentra estudiando este último año de curso en Hogwarts, donde después de las vacaciones tiene pensado pasar a vivir con sus padres. Y tal vez haga ella misma un viaje a Alemania, para ver si también, al igual que sus padres, puede encontrar su propia historia de amor particular.







✖ El dibujo, siempre lleva un blog de dibujo encima. ;; Los gatos, le encantan los gatos, aunque no quiera convertirse en una loca amargada que solo vive con gatos. ;; Los dulces, sobre todo el chocolate. ¿A quien no le gusta el chocolate?
✖ La pintura, más bien el dibujo. ;; Conversar, conversar con cualquier persona. El don de la palabra es su mejor arma. ;; Pasear, no por hacer ejercicio, si no porque disfruta admirando el paisaje que le rodea.


✖ Que le hagan cosquillas. ;; Que le despeinen o que jueguen con su pelo, no le gusta que se lo toquen. ;; Todo lo relacionado con las relaciones amorosas. No se encuentra demasiado a gusto en ese campo.
✖ Cualquier tipo de insectos, les tiene pánico. ;; Los animales grandes, como los caballos o los leones, u osos. ;; Los terrores nocturnos que padece, algo que le atormenta desde hace mucho.


✖ Ninguno de sus nombres es francés, ni siquiera ella, aunque asiste a la escuela de Beauxbatons por influencia de su abuela materna.
✖ Siente una debilidad demasiado grande por su pelo, no soporta que alguien lo toque o lo despeine.