Aclarando unos cuantos asuntos {Christofer M.}

Muchas cosas habían pasado desde la última vez que había visto a su sobrino. Por ordenes de su Señor Tenebroso, había mantenido un bajo perfil, resguardándose en la Mansión Lestrange, para evitar obviamente que la descubrieran ahora que las cosas habían progresando tanto. El anonimato era la clave en esos momentos. Entre menos sospecharan de que algo estaba sucediendo, más oportunidad había de dar el golpe, un golpe que ni siquiera sabrían de donde les había llegado.

Sin embargo, que no estuviera físicamente presente, no significaba que no estuviese enterada de todo lo que ocurría con las personas que le eran importantes. Por seguridad se abstenía de mandar lechuzas, pero sus medios tenía para estar enterada de todo lo que ocurría, especialmente con lo que concernía a su sobrino favorito. Hasta donde sabía, el joven había vuelto con la hija de aquella Ravenclaw que había ayudado al sucio de Potter a derrotar a su señor y había dejado a la hija de Parkinson a quien consideraba mucho más digna para él. Podía recordar la conversación que había tenido con él la ultima vez. Ella no era buena para entender los "asuntos del corazón", tenía mejores cosas en las cuelas estarse preocupado. Lo más cercano al amor que conocía, era esa devoción por su señor y no podía comprar ese fanatismo con lo que su sobrino podría sentir por esas chicas. Igual prefería no hacerlo y tan solo limitarse a lo que había hablado con él en la ocasión anterior sobre el tema.

Ese día había ido a Malfoy Manor a hablar con él de otros asuntos que no tenían nada que ver con sus relaciones amorosas. Sus medios para saber lo que ocurría con los demás, le habían delatado que Christofer estaba algo extraño últimamente. Su humor e incluso su apariencia habían cambiado un poco y ella quería saber el porque. Esperaba de verdad que nada tuviera que ver con ninguna de esas dos chicas, de lo contrario cumpliría la promesa de matarlas a ambas para así apartar cualquier obstáculo en el digno progreso de poder al que su sobrio estaba destinado.

Anduvo por los pasillos, con su porte altanero y gesto aburrido, con rumbo a la biblioteca, donde suponía estar su sobrino o al menos eso le había dicho un elfo muerto de miedo al verla. Sus tacones rezonaban en el piso de piedra y madera. Llegó a su destino y acostumbrada a no tocar antes de entrar, pasó como si de su casa se tratara.— ¿Christofer? —preguntó al ver de espaldas una cabellera rubia que sobresalía de un sofá, esperando que no estuviese confundiendo y tuviese la mala suerte de toparse con Lucius o Draco; no se le apetecía mirar a ninguno de esos dos. De Draco sabía de sus andanzas con la sangre sucia en el callejón Diagon y Lucius seguramente la acosaría con preguntas sobre los planes que el su Señorr Tenebroso no le contaba a él por falta de confianza. No, no andaba de humor para esos dos Malfoys.