Casting Victoire A. Weasley

Había cosas a las cuales Victoire nunca le había perdido el gusto.

-Cariño, te tengo una sorpresa en tu armario.- su madre solía tener frases que le indicaban todo pequeño gran momento en su vida, y para ella, las sorpresas eran no solo un pequeño momento, pero si no uno enorme. Las sorpresas la encantaban y los gustos "exquis"* de su madre, también. Sus ojitos azules brillaron, se mordió el labio y sus manos diminutas las apretujó entre sí ¿Por qué se había tardado tanto en darle una buena nueva? ¿Qué no sabía que las buenas noticias siempre son y vienen primero? Con la velocidad de un polvo flu corrió hacia las escaleras, agarrada de su madre.

Un perchero de madera colgaba un vestido de tirantes rosa pálido con bordes de blondas y lazos.- ¿A qué acerté, querida?-su madre siempre lo hacía y no había forma-ni razón- de contrariarla y Fleur lo sabía, pero lo que tenía de veela, lo tenía de egocéntrica y aquellos oídos querían oír un sí a todo lo que ella dijera.-Pero no le muestres a tu padre- le guiñó un ojo- que se pondrá celoso si ve que a él no le compré nada.- la pequeña Toire rió divertida. Seguro y Bill había acompañado a su esposa de compras, alguien tenía que cargar las bolsas y los brazos del Weasley servían mucho en aquellas ocasiones, pero a la rubia le gustaba mantener secretos con su madre y sorprender a su señor padre cualquier día, cuando él menos lo esperaba, porque, en fin, a ella le encantaban las sorpresas y también los besitos sobre su carita diciéndole lo hermosa que lucía.

Victoire tampoco perdía el gusto a los besos, y mucho menos si eran los de su padre. Ella no recuerda la primera vez que le besó, pero le gusta leer historias y le gusta imaginar la perfecta ocasión en que su frente de recién nacida recibió los labios paternos, aunque realmente no importa si su suposición era acertada o no, solo sabe que de cualquier manera, ese primer beso resultó perfecto. También recuerda todos aquellos besitos cuando estrenaba ropa nueva, los cuales eran muy seguidos; y aquellos cuando Bill era el primero en cantarle feliz cumpleaños terminado con un sonoro besuqueo en los cachetes; y el beso de su primera salida hasta Hogwarts desde el tren y, también, el último; los besos cuando regresaba a casa por las vacaciones, el beso cuando se graduó de Hogwarts y aquel que recibió en su primer día de ser una aurora oficial. Victoire tuvo muchos primeros e irreemplazables besos, y Teddy entraba en aquella lista y sus mejillas se sonrojaban por inercia propia: los besos cuando Toire, de niña, tenía que despedirse forzadamente de la casa de la tía Ginny o el beso de despedida de Ted por su primer año, el beso de regreso de Ted por su primer año, sus primer beso como enamorados, el primer beso después de su primera pelea…y de la segunda, la tercera y continua, aquel primer beso cuando James los pilló…y el primer beso luego de aquella primera noche juntos.

Victoire tampoco-y jamás- perdió el gusto por Ted, y cuando vuelva a casa, lo piensa llenar de besos, sorprendiéndolo. Así, tendrá las tres cosas que más le gusta en el mundo juntas.